Rusia no va a permitir, al menos por ahora, que salgan más barcos de los puertos ucranianos del mar Negro –el principal es Odesa– cargados de trigo y de otros cereales rumbo a terceros países. Se trata de una decisión que puede que se contemple con cierta distancia desde España, pero es una medida que puede tener importancia no solo en la marcha de la propia guerra (a ver dónde almacena Ucrania todo ese grano), sino en la lucha contra la inflación en que está sumida la Unión Europea (UE).
Las potencias occidentales están presionando a Vladimir Putin para alcanzar un acuerdo similar al que se cerró hace meses con la colaboración de Turquía para mantener la salida por el mar Negro de cargueros con grano y que es precisamente el que ha permitido el flujo comercial vigilado que ahora llega a su fin. Hay que tener en cuenta que Ucrania se ha convertido en las últimas décadas en el principal productor-exportador de cereal del mundo –de hecho ya era el granero de la extinta Unión Soviética–, hasta el punto de que, países como España, han ido dejando de lado cultivos tan tradicionales como el trigo y, de hecho, en la actualidad no son autosuficientes. Habrá que ver qué ocurre en cuanto a precios. El pan, por ejemplo, subió el año pasado en torno al 15% en España y los alimentos siguen disparados por encima del 10%, si bien es cierto que el índice general se sitúa por debajo del 2%, uno de los más bajos de Europa.
Con todo, lo que en España puede ser un problema, pero un problema económico más, en países en vías de desarrollo, puede ser una cuestión de una enorme magnitud, tal y como quedó ya de manifiesto durante el primer bloqueo ruso, ya que en este caso decir que el pan es un alimento básico no es una manera de hablar. Al fin y al cabo, España y otros países desarrollados pueden salir a comprar a otros mercados –en Francia, sin ir más lejos, se espera muy buena cosecha de cereal, aunque el precio, evidentemente, no va a ser el de Ucrania–, cosa que para los países pobres puede ser un auténtico drama.
La pandemia causada por el covid, luego la guerra en Ucrania... los países occidentales están replanteando -–la propia España está en ese giro– en parte sus políticas económicas globales, ya que entienden que hay distintos productos y bienes de consumo que deben tener una consideración estratégica. Mascarillas, semiconductores, piezas de automóvil, ahora el trigo... son solo varios ejemplos de situaciones de desabastecimiento que se han dado durante estos años y que ahora se quiere evitar mediante una mayor planificación.
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