Orgullo LGTBIQ, orgullo más allá del colectivo

La decisión de Valencia de no colgar la bandera arcoíris o la superficialidad del cartel de Madrid demuestran la necesidad de mantener la guardia alta por parte del colectivo, que sigue perseguido en casi 70 países

Susana Domínguez, de Jerelesgay, habla en el último pleno municipal de Jerez con miembros del colectivo entre el público.

Termina el mes del Orgullo con la celebración este viernes 28 de manifestaciones en buena parte de las ciudades andaluzas, a la espera de la macromanifestación estatal que el sábado tiene lugar en Madrid.

Como siempre, surgen voces negando la necesidad de reivindicación en un país supuestamente tolerante con la diversidad como es España y, como siempre, surgen hechos que vienen a rebatir ese pensamiento y que justifican que el colectivo LGTBIQ+ y toda la ciudadanía aliada salga a la calle en defensa de sus derechos, que son los de todos. Este año se han producido dos situaciones en dos puntos del Estado que son dignos de mención, uno claramente hostil y el otro, digamos, displicente. El primero es la negativa de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, a colgar del balcón de su ayuntamiento la bandera arcoíris, aduciendo además razones simplistas como que tampoco cuelga la de la lucha contra el cáncer, el Alzheimer o la ELA. La Fiscalía está estudiando posibles responsabilidades al respecto.

También ha sido motivo de polémica el cartel del Ayuntamiento de Madrid, ya que distintas fuentes del colectivo estiman que se centra en distintas cuestiones esquemáticas y un tanto superficiales… una especie de folclore que evita cualquier tipo de reivindicación. Los problemas del colectivo LGTBIQ+ con el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid cuando gobierna el PP se han convertido en una especie de clásico del que, en líneas generales, se mantiene alejado el PP en la comunidad andaluza, con el propio presidente Juanma Moreno diciendo que “cree en una Andalucía tolerante” coincidiendo con los días grandes del Orgullo.

En cualquier caso, estos días deben servir para recordar la situación del colectivo en muchos países del mundo, incluso de Europa, con políticas hostiles incluso en países que forman parte de la Unión Europea, como Hungría y Polonia –mejorando con el cambio de gobierno–, y otros como Rusia, al borde de la persecución. Eso por no hablar de que en el conjunto del mundo todavía se castiga la homosexualidad en casi setenta países, once de los cuales incluso con pena de muerte, algo inconcebible.