El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha puesto sobre la mesa en los últimos días los temas que tiene en agenda para reactivar la legislatura. Se trataría, según se ha podido observar a la vuelta de la Semana Santa, del reconocimiento de Palestina, el fantasma del franquismo, la vivienda y, por supuesto, la guerra abierta con la presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso.
Desde el momento de su investidura, atendiendo a su fuerza parlamentaria, estaba claro que el PSOE de Sánchez iba a tener muy complicado gobernar, pero las cosas han ido de mal en peor. La amnistía al independentismo catalán ha centrado el debate estos meses e incluso, pese a su aprobación en el Congreso, la ley puede naufragar en cualquier momento, 'retenida' por el PP en el Senado, mal vista por los jueces y pendiente de lo que digan el Constitucional y Europa. Luego surgió el problema de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), con el inesperado adelanto electoral en Cataluña y el enfado con los socios de Sumar, acusados en privado por los socialistas de no controlar en absoluto a los Comunes y sus tiempos.
Se trata, en definitiva, de un Gobierno que tiene muy complicado que el grupo socialista saque adelante (o convalide) leyes en el Parlamento, ya que necesita de todos los socios todo el tiempo, algo muy complicado. Además, hay que tener en cuenta que el Ejecutivo tiene un margen de iniciativa muy recortado, desde el momento en que trabaja con unos presupuestos renovados.
Con ese panorama, Sánchez busca contenidos con el protagonismo internacional que le da el anuncio del reconocimiento del Estado de Palestina al margen de la postura mucho más cauta de la Unión Europea; agitar el 'fantasma' del franquismo y la extrema derecha, con su visita a los osarios de Cuelgamuros (Valle de los Caídos) o su compromiso con la vivienda como derecho y no como inversión tras el anuncio de retirar la 'golden visa', pero sin anunciar, por ahora, medidas concretas ni en propiedad ni en alquiler para los más desfavorecidos... Todo ello sin perder de vista a Ayuso, blanco habitual de los dardos del presidente y ahora con más motivo tras la investigación, por ahora fiscal, abierta contra su pareja.
Comentarios