Podemos se va de Sumar y sus cinco diputados ingresan en el grupo mixto del Congreso de los Diputados. El fin de semana pasado, su secretaria general, Ione Belarra, ya anunció que el partido morado estaba en disposición de "aceptar el golpe y pasar página", en referencia a todo lo que ha pasado después de que Sumar no accediera a que tuvieran al menos un ministerio propio en el nuevo gobierno de coalición con el PSOE.
Pues bien, ya se sabe exactamente a qué se refería Belarra con la palabra 'página', con su declaración de "pasar página": al grupo mixto. Pasar al grupo mixto. Después de meses amagando con adoptar distintas medidas, habida cuenta de su evidente ninguneo en el seno de Sumar, Podemos al fin han dado un puñetazo en la mesa y ha decidido abandonar una coalición que, con su marcha, va a quedar probablemente más tocada de lo que se podía prever.
Si en las anteriores elecciones fue Podemos quien se acercó a IU para cerrar Unidas Podemos en un intento de aglutinar el voto de las dos grandes formaciones de izquierda con implantación estatal, para los comicios del 23 de julio la ministra Yolanda Díaz fue la que consiguió aglutinar ni más ni menos que a quince fuerzas políticas de izquierda (incluida Podemos, claro está), muchas de ellas de ámbito autonómico e incluso provincial, arrogándose para sí el espacio político de Unidas Podemos durante la anterior legislatura.
La marcha de Podemos abre dos incógnitas que pueden, si no marcar la legislatura, sí tener importancia. En primer lugar, hay que tener en cuenta qué va a hacer con los cinco votos Podemos en el Congreso, algo sobre lo que no cabe esperar que se produzcan grandes sorpresas que rompan la actual dinámica de bloques, otra cosa es hacer valer en temas concretos la soberanía de los mismos, hasta ver si, de cara a las Europeas o algunas de las autonómicas previstas para 2024 se produce una reconfiguración de fuerzas.
Más complejo y determinante es qué va a ocurrir con Sumar. La coalición de 'izquierda amable' que surgió con el beneplácito del PSOE tras los meses 'de reflexión' de Yolanda Díaz, corre el riesgo de entrar en una deriva centrífuga de las fuerzas que la conforman. Va a tener complicado Díaz articular un proyecto común e imponer el mínimo de disciplina que necesita un grupo político para su funcionamiento cohesionado a lo largo de toda una legislatura que se prevé especialmente áspera.
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