Los americanos son especialistas en dar un nombre específico a cualquier hecho. Por ejemplo, a los huracanes, moda recientemente importada por Europa. El motivo es mucho más sencillo de lo que parece, al final, normalmente nadie se acuerda de si aquel huracán fue en 2002 o 2005, y menos del mes en que ocurrió, pero sí lo localizan cuando se habla de un nombre, como Katrina. Eso le sirve a todo el mundo, desde la prensa a las compañías de seguros. Lo mismo va camino de ocurrir con las elecciones generales del 23J, que están a un paso de que alguien las bautice como las elecciones de lo de Correos o directamente 'las elecciones de Correos', entre otras cosas porque parece que al final va a hacer solo el calor normal de un 23 de julio, es decir, mucho, pero normal.
Lo de las 'elecciones de Correos' lo empezó Núñez Feijóo cuando puso en duda el dispositivo de la empresa pública para hacer frente al voto emitido de esta forma. Hay que tener en cuenta que Feijóo no hablaba únicamente como candidato del PP a la presidencia del Gobierno, que también, sino como ex presidente de Correos que, además, conserva, tal y como han ido desgranando los medios de comunicación, buenas amistades entre los sindicatos de la empresa pública. La izquierda salió a criticar a Feijóo, al que acusaron de sembrar la duda del fraude, lo que le obligó a matizar que su crítica se refería exclusivamente a la dirección y que los empleados, a los que conminaba a hacer su trabajo, contaban con todo su apoyo.
En este momento quedan del orden de 170.000 documentaciones pendientes de ser recogidas por los electores en las oficinas postales. A esos 170.000 hay que añadirles el voto solicitado y recogido por otros 60.000 votantes, que por el momento no han ido a formalizar el voto, por lo que, entre unas y otras razones, unos 230.000 solicitantes no han votado. ¿Son muchos o son pocos? Si se tiene en cuenta que son 2,6 millones los demandantes del voto por correo, el 91% ha podido formalizarlo, una cifra que, ahora sí, se puede decir que no está nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que, al final, se ha habilitado toda la mañana del viernes para votar en las oficinas de Correos y aún se incrementará. Y luego está el factor humano, la gente a la que se le olvida, ha cambiado de planes... Otra cosa es el personal que espera otros envíos, que parece que la cosa va con retraso al haberse dado prioridad absoluta al tema electoral.
Bien... A falta del dato de porcentaje definitivo de voto entre los solicitantes de voto por correo, que se conocerá la tarde del viernes, y la valoración que hagan los distintos partidos del mismo, lo que sí es cierto es que parece evidente que, como venían alertando los sindicatos –y como lo demuestra el 'apretón del vago' de la última semana–, con el primer dispositivo, la empresa pública no llegaba ni en medios ni en efectivos a cubrir las necesidades de 'las elecciones de Correos' en pleno período vacacional.
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