Las 'kellys', las camareras de piso de los hoteles, siguen adelante con sus movilizaciones, coincidiendo con el comienzo de julio en plena temporada turística en la provincia de Cádiz. En concreto, las protestas de las 'kellys' en la provincia tienen dos epicentros, uno en La Barca de la Florida –la localidad de la campiña de Jerez, zona de la que provienen muchas de ellas– y Chiclana, sin duda uno de los centros neurálgicos del turismo de sol y playa, municipio en el que, al final, trabajan muchas de ellas, unas durante toda la temporada en la que abren los hoteles –básicamente de marzo a noviembre– y otras haciendo solo el verano.
En un momento en el que se suceden en distintos puntos de España las manifestaciones contra el turismo de masas y la 'turistificación' de las ciudades –una protesta que se inició en Canarias, continuó en Baleares y saltó a Andalucía el pasado fin de semana con las manifestaciones en Cádiz y Málaga– hay que reivindicar a estas trabajadoras y sus protestas, ya que, de alguna manera, sus demandas laborales ocupan un espacio central en el debate que se ha abierto sobre el turismo como fuente de riqueza: las 'kellys' no dejan de ser uno de los últimos eslabones de la cadena productiva que atiende a los turistas y son un claro ejemplo de que los beneficios de esta actividad económica no están siendo permeable a toda la sociedad, incluso dentro del propio sector.
En Cádiz, por ejemplo, los sindicatos siempre han enfatizado el mensaje de que no querían que se convirtiera en una provincia de camareros, una simplificación que, por eso mismo, se entiende perfectamente. A medida que se ha ido destruyendo empleo en la industria real (Astilleros, Delphi, bodegas del Marco de Jerez) ha ido creciendo la opción del turismo como –supuesta– única alternativa económica, hasta alcanzar el grado de "industria", como se refiere al sector la Junta de Andalucía gobernada por el PP.
Si el turismo es una industria, habría que empezar por reconocer los derechos de las 'kellys' a una jornada y un sueldo dignos y, por supuesto, al reconocimiento de sus enfermedades laborales.