El Gobierno ha decidido el regreso del uso obligatorio de las mascarillas en los hospitales y centros de salud (está por ver si la medida alcanza también a las farmacias). Se trata de una resolución que llega tarde y que –por ahora– se está gestando mal. Llega tarde, porque hace ya varias semanas, se puede decir que desde el puente de la Constitución, se veía que algo significativo estaba ocurriendo con enfermedades que, si bien, son de temporada, caso de catarros, gripe (sobre todo la variante A) y, por supuesto, el covid, estaban claramente descontroladas.
Pareciera como si el Ejecutivo hubiera preferido dejar pasar las Navidades antes de tomar medidas que estima –y es muy discutible– que pueden ser impopulares entre la ciudadanía, cuando no existe una ecuación 'gente de vacaciones, virus de vacaciones', antes al contrario, es sabido que las aglomeraciones y las fiestas bajo techado facilitan el contagio de este tipo de enfermedades.
Y mal porque el propio Ministerio de Sanidad, después de no dar importancia al tema durante semanas, al menos no ante la opinión pública, se salta sus propios plazos para imponer ya a las comunidades autónomas (CC.AA) determinadas medidas, como el regreso parcial de las mascarillas. Si el lunes el Ministerio citó a las CC.AA para el miércoles, no tiene sentido descolgarse el martes con medidas sin haber escuchado sus propuestas, después de haber sido la Administración que las emplazara en tiempo y forma.
Es cierto que en este, como en todos los temas que cabe esperar a lo largo de la legislatura, hay una tensión política añadida, pero con los temas relacionados con la salud hay que tener especial cuidado. El Ministerio, además, ha tratado de dar una imagen firme, casi de disciplina, amparándose en la ley de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, cuando la opinión de las CC.AA es muy graduable y aunque algunas públicamente hayan mostrado sus reservas ante el regreso de esta medida –caso, sobre todo, de Madrid–, otras solo habían pedido mayor soporte técnico, como Andalucía.
Otro tema, por cierto, es seguir diciendo que la incidencia en Andalucía es la mitad que en el resto de España (500 casos frente a 1.000): en la comunidad, sencillamente, la gente con síntomas leves está dejando de ir a la Atención Primaria, está claro, y no contabiliza para las estadísticas.