Fin de campaña en Galicia, que celebra unas elecciones el domingo que, como ocurre siempre con las autonómicas, se presta también a una lectura en clave nacional.
El PP aspira a revalidar la mayoría absoluta de la que dispone en la actualidad, a sacar al menos 38 diputados. Si saca menos, si se queda por debajo de esa cifra, sería una victoria que no le serviría gobernar… a no ser que Vox y/o Democracia Ourensana obtuvieran la representación complementaria.
Cuando el PP decidió adelantar unos meses las elecciones gallegas, lo hizo con la plena seguridad de que iba a revalidar su mayoría absoluta y, en lectura nacional, dar un golpe importante al PSOE y a la mayoría que le sostiene en el Gobierno. Pero las cosas se han ido torciendo para el PP a medida que avanzaba la campaña: el intento de la izquierda de revivir el ‘Prestige’ con el vertido de ‘pellets’ en la costa; la escasa transmisión del candidato popular, Alfonso Rueda; el aparente patinazo de Núñez Feijóo, de cara a su electorado, al decir que sopesó el indulto a Carles Puigdemont bajo determinadas circunstancias y, por supuesto, el tirón que tiene la candidata del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Ana Pontón, todo ello ha complicado la situación hasta el punto de que está en el aire quien gobernará en Galicia.
Si finalmente el BGN y el PSOE suman al menos 38 diputados (Sumar se debate entre 0 y 2 diputados… si se queda en 0 se abriría otra derivada en clave nacional para Yolanda Díaz, máxime teniendo en cuenta que su tierra) sería un importante éxito para las fuerzas de izquierda, sin duda. En clave nacional, ese resultado mediatizaría el liderazgo de Núñez Feijóo en el seno del PP y daría aire al PSOE y sus aliados al menos hasta junio, cuando lleguen las Europeas.
En cualquier caso, aunque el PSOE vendería, sin duda, como un éxito el desalojo del PP de la Xunta, debería abrir un período de reflexión sobre su situación en Galicia, algo que ocurrirá de todas, todas, en caso de que ni siquiera sume con el Bloque. De hecho, ya han comenzado las críticas en parte del PSdG, que no asume el papel de ‘muletero’ del renacido Bloque de Ana Pontón y piensa que a Madrid se le ha ido la mano presentando a la dirigente nacionalista como una cara amable, posibilista y, en definitiva, ganadora.