No se habla de otra cosa en España. En los bares; en la televisión, con programas especiales; en las conversaciones familiares o con los amigos, en los chats de Whatsapp. También es un tema que se está siguiendo mucho en el Reino Unido, probablemente porque fue rival de España en la final del Mundial de Fútbol femenino el pasado domingo.
El caso es que Luis Rubiales el jueves dejó entrever a su entorno que tenía intención de anunciar su dimisión en la asamblea de la Real Federación Española de Fútbol y al final, en cuestión de horas, decidió cambiar de decisión. O realmente nunca tuvo en mente la dimisión y dicho anuncio fue parte de una estrategia que, a estas alturas, probablemente, solo él conoce y solo a él le concierne.
En España es sabido que no dimite nadie, pero ‘lo de Rubiales’ se ha convertido en una especie de asunto de estado, en un país donde prácticamente no hay eso que se da en llamar asuntos de estado. Ha perdido una oportunidad única de irse a su casa, no vamos a decir dignamente porque hace ya mucho tiempo, incluso antes del incidente del beso con Jenni Hermoso, que este personaje, escándalo tras escándalo (la Supercopa, su piso de lujo, su viaje a NYC, etc) había perdido eso que se da en llamar dignidad.
Rubiales no entiende que ya da igual lo que diga. Salvo un periódico deportivo y varios periodistas radiofónicos que se han cubierto de gloria con lo que han dicho o han querido decir y Luis Enrique (tiene que ser complicado ser Luis Enrique), el todavía presidente de la Federación tiene en contra al Gobierno, al Consejo Superior de Deportes (CSD), a la gran mayoría de la prensa, ahora también a las jugadoras…
En realidad, por sus declaraciones, se ve que sigue sin entender lo que pasa: que no se puede ir besando en la boca a la gente sin su permiso. Y que, en realidad, no es un tema de feminismo, otro error, es un tema de simple educación. Que si Jenni le dijo esto, que si las disculpas por su gesto genito-urinario en el palco en presencia de la reina Letizia, que si la lección magistral sobre el uso del masculino ‘campeones’ que comprende el femenino cuando también hay hombres por medio…
Si es que da igual, nada de lo que diga en su defensa tiene ya importancia. Lo único que se le pide es que coja la puerta y, ahí sí, ahí es en lo único en que Rubiales tiene razón: se ha dictado sentencia y socialmente ha sido condenado.
¿Y sabe lo mejor que puede hacer, señor Rubiales? Acate dicha sentencia y váyase a su casa, en lo que le juzgan de verdad o no…
Ah, por favor, y volvamos a hablar de que 23 chicas, las jugadoras de la Selección Española, ganaron el Mundial de Fútbol hace unos días.