Pedro Sánchez ha dado por concluido el período de cinco días que se había autoconcedido de reflexión y ha tomado la decisión de seguir al frente del Gobierno de España. Esos son los hechos fríos y, a partir de ahí, se abre un abanico enorme de consideraciones sobre lo que ha llevado al presidente a tomar esta decisión, lo que ha podido pasar en estos cinco días y lo que va a ser la legislatura de ahora en adelante.
En el plano formal no hay grandes novedades –el presidente no ha anunciado, por ejemplo, que tenga intención de someterse a una cuestión de confianza en el Congreso–, pero no ha pasado desapercibido el anuncio durante su comparecencia de que su reincorporación, por darle un nombre, "va a ser un punto y aparte" en su gestión y no un punto y seguido, con la judicatura y los medios de comunicación en todas las apuestas cuando se habla de cambios y reformas.
El caso es que mientras buena parte de la izquierda sigue apostando porque lo ocurrido ha sido una decisión tomada bajo un fuerte componente emocional, una puesta de pie en pared del presidente ante los ataques recibidos la esposa de Pedro Sánchez y sus actividades empresariales, desde el PP, por su parte, habla abiertamente de "chantaje emocional" del presidente a los ciudadanos. Los socios del PSOE en el Congreso –ERC, Junts y PNV– por lo general, tampoco aplauden lo ocurrido, por muy distintos motivos. Incluso Sumar cree que se podía haber ahorrado los cinco días.
Lo cierto es que analizando detenidamente lo ocurrido, cabe hablar de la posibilidad de que, en efecto, al menos en algún momento se hayan tomado decisiones tácticas por parte de Pedro Sánchez y su entorno. Por ejemplo, en su alocución, el presidente no pudo evitar referirse a los apoyos recibidos desde su partido cuando, en honor a la verdad, no parece que 12.000 personas el sábado en Madrid y otras 5.000 el domingo por la tarde sean un gran apoyo, es decir, el texto parecía escrito con anterioridad. Es opinable, por supuesto, pero parece más claro que, escasamente un par de horas después de la alocución del presidente, salga una encuesta especial del CIS con un dato espectacular a favor del PSOE, ni más ni menos que diez puntos por encima del PP en unas hipotéticas generales. Cabe preguntarse qué sentido tendría esa encuesta y su contenido si Sánchez hubiera anunciado su marcha.
Bien... sigue adelante la que probablemente está siendo la legislatura más complicada de la democracia. Todo sigue (aparentemente) igual, pero tanto PSOE como PP coinciden en que nada va a ser lo mismo.
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