Una iniciativa electoral de Pedro Sánchez vuelve a abrir una semana más el debate político en España. Si el anterior lunes, el presidente del Gobierno puso sordina a las celebraciones de victoria del PP con la convocatoria por sorpresa de las elecciones generales para el 23J, ahora ha vuelto a marcar el debate al pedir, ofrecer o retar –que cada cual elija el verbo que considere más oportuno– al candidato del PP, Núñez Feijóo, la celebración de ni más ni menos que seis debates cara a cara en la televisión, en distintas cadenas de televisión, cabría decir. Hay que recordar que los debates entre los líderes de los principales partidos suelen ser uno o, como mucho, dos, sin menoscabo de que haya otros en los que concurran representantes de otros partidos, en debates a cinco, seis e incluso más candidatos.
Con esta petición, Sánchez mantiene la iniciativa, pero sigue dando más y más velocidad a la turmix electoral en que se ha convertido la política nacional. Su propuesta fue contestada muy poco después por el portavoz del PP, Borja Sémper, que vino a decir que nones, dejando entrever la "ansiedad" por la que atraviesa, desde su punto de vista, Sánchez, a la vez que fue bastante explícito en su valoración al decir que "es evidente que se siente más cómodo ante las cámaras de televisión que en la calle". Pero no fue Sémper el único que saltó, también lo hizo Santiago Abascal, el líder de Vox, tercera fuerza en el Congreso, que afeó esa petición a dos y, lo que es más importante, también hubo palabras en contra de Yolanda Díaz, que con Sumar aspirar a ser socia preferente del PSOE en una hipotética reedición de un gobierno de coalición de izquierda.
Si la convocatoria electoral sorpresiva se pudo calificar, sin lugar a dudas, como de jugada audaz, a la espera del propio 23J para ver si ese adjetivo cede el paso a otros como brillante o pésima, en función de los resultados, no se puede decir lo mismo de la que vamos a denominar como "la convocatoria de los seis debates". ¿Qué le iban a decir a Sánchez desde el ámbito de Feijoó? Pues que no, que no ha lugar a seis debates cara a cara. ¿Que el PSOE entiende que a partir de ahí tiene margen para decir que el PP no quiere debatir de los problemas de España? Pues es opinable. Seguro que el votante socialista vuelve a ver valentía en el guante lanzado por Sánchez, mientras que los populares piensan en que por ahora van bien y que para qué, por no hablar de la incomodidad que el propio presidente ha creado a su izquierda, que bastante tiene además en estos momentos de reconfiguración.
Lo que es un hecho es que el PSOE y el candidato Sánchez están sometiendo todo el proceso y el tiempo preelectoral a una premura que no se justifica, en absoluto, con la situación del país. En un momento, en general, desfavorable en toda Europa, con la subida de las hipotecas y la guerra de Ucrania como principales problemas, en España el empleo aguanta, la inflación parece embridarse y las tensiones territoriales no dan grandes titulares desde hace meses. En ese contexto, el del mundo real, tanta prisa, tanta propuesta, tanto ahora no acaba de tener más justificación que la de la propia política.