Tras cuatro días de búsqueda a la desesperada, la Guardia Costera de Estados Unidos ha encontrado restos del Titán, el sumergible de recreo de la empresa OpenGate que previo pago de unos 250.000 dólares por persona llevaba a quienes pudieran disponer de dicha cifra a visitar los restos del pecio del Titanic, el mítico barco de lujo hundido en 1912. Durante este tiempo, medios de comunicación de todo el mundo, en especial medios audiovisuales, han dedicado minutos y minutos de su tiempo a hablar de la localización y posible rescate –en realidad, esta posibilidad nunca fue tal– de las cinco personas que viajaban a bordo del sumergible que, a falta de confirmación oficial, todo indica que implosionó debido a la presión de las profundidades a las que sumergió.
¿Qué lleva a gente adinerada a emprender una aventura de este tipo? ¿Se dispone de toda la información necesaria, es decir, se pondera de manera plenamente consciente el riesgo? ¿Cuál es el límite, y no hablamos solo de los servicios que se demandan, sino de los que se ofrecen? ¿Quién homologa? Estas preguntas acompañan a esta tragedia. Bien, siempre se puede hacer un llamamiento a la libertad individual de cada uno y eso tan socorrido de que "cada uno se gasta su dinero en lo que quiere" pero...
El 'pero', como sociedad, es que durante estos días nos hemos cansado de oír en los medios de comunicación que "un avión de Canadá ha escuchado que...", "la Guardia Costera de Estados Unidos dice que..." o "Francia tiene un robot que ofrece para...", es decir, hemos visto a algunas de las grandes potencias mundiales comprometidas con el salvamento de estas cinco personas, algo que está muy bien, pero que pone a la sociedad occidental ante sus contradicciones. ¿Qué se hizo hace unos días cuando naufragó un barco frente a las costas de Grecia cargado de migrantes y que, según las distintas fuentes, causó no menos de cien fallecidos? ¿Y esta msima semana, entre la costas de Marruecos y Canarias? Esto es solo por citar dos de los ejemplos más recientes de un cúmulo de tragedias que llevan más de treinta años produciéndose...
Es fácil caer en la demagogia, desde luego y no vamos a hablar de muertos de primera y segunda, no, todos merecen el mismo respeto, pero es evidente que ni en las tragedias de Grecia ni en Marruecos hemos oído ninguna de esas extraodinarias propuestas de ayuda que desde el principio se han ofrecido al Titán...
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