Los países europeos manejan con hipocresía el boicot a los productos rusos, sobre todo energéticos, que iniciaron tras el comienzo en febrero de 2022 de la guerra de Ucrania (si se obvia la toma de Crimea y las hostilidades en el Dombás, que se remontan a 2014). La ONG Global Witness ha dado a conocer un informe en el que mantiene que las importaciones de gas natural licuado (desde ahora GNL) durante 2023 son un 40% superiores a las de antes del inicio de la guerra.
Este hidrocarburo se licua y se transporta por barco a los países compradores donde se almacena y más adelante se distribuye o vuelve a su estado natural en el momento en el que se vaya a utilizar. Tras la invasión rusa, la Unión Europea (UE) se marcó como objetivo eliminar cualquier importación de gas ruso para 2027 –atendiendo tanto a criterios políticos como a la apuesta emprendida por las energías renovables para la lucha contra el cambio climático– pero, entre tanto, no se fijó nada en cuanto a plazos parciales.
Es cierto que las sanciones inmediatas eran para el petróleo y el carbón y también es cierto que los gaseoductos Nord Stream 1 y 2 fueron objeto de sabotaje hace ya casi un año (a día de hoy sigue sin saberse el autor, con teorías que van desde la propia Rusia, para asfixiar a Europa, a Estados Unidos, que nunca vio con buenos ojos de la dependiencia energética de Alemania respecto a Rusia), pero al final estamos hablando de que de enero a julio de este año los países de la Unión Europea habrían comprado existencias de este hidrocarburo a Rusia por valor de 5.300 millones de euros.
Todo ese dinero es susceptible de ir –exactamente igual que lo era el petróleo que dejó de comprarse tras el boicot– a sufragar la guerra con Ucrania que mantiene el régimen de Vladimir Putin. Petróleo o gas: tanto da de dónde venga el dinero, por lo que los países de la UE deberían recapacitar sobre este tema.
España es el segundo comprador mundial de gas licuado a Rusia, solo detrás de China
Se da la circunstancia de que España es el segundo comprador mundial de GNL a Rusia, ni más ni menos que con el 18% del total, justo por detrás de China, que tiene el 20%. Es evidente que España no ha tomado ninguna medida al respecto más allá de las disposiciones de la UE, lo que tal vez habría permitido a operadores internacionales –esa es la principal teoría– establecer en nuestro país algo parecido a una base de distribución, dada la experiencia en el transporte y tratamiento de esta mercancía que tiene España, lo que justificaría ese incremento que va más allá de las necesidades del país.
¿Acuerdos o ética? A Putin 5.300 millones de Europa por el gas en siete meses le dan exactamente igual de dónde vengan…
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