Desconozco si el cierre de Mango en la calle Larga se debe a una reestructuración más amplia de la firma textil o a la cadena de abandonos en pos de Área Sur y Luz Shopping, al sol que más calienta, con un largo historial que incluye casi todas las firmas de Inditex (Massimo Dutti, Bershka, Oysho) excepto —de momento— su buque insignia Zara; o Springfield. Pero los políticos, que en su día protagonizaron una sonada disputa —Pacheco vs. Pilar Sánchez— por ganar la carrera del desembarco de Ikea y megacentros comerciales en las afueras, deberían hacérselo mirar.
Lo que sí veo cada vez más claro es algo que se lleva barruntando ya mucho tiempo, aunque las asociaciones de comerciantes hagan lo posible por frenar este hundimiento: el centro de Jerez, que los jóvenes solo visitan ya para salir los fines de semana —con permiso de la ZAS— y las familias también para comer, se está convirtiendo en una especie de parque temático de la restauración, donde únicamente parecen tener cabida los apartamentos turísticos, hoteles y bares y restaurantes. Pese a los meritorios esfuerzos de algunos aparcamientos privados los fines de semana, parece que lo de comprar ropa no se reduce exclusivamente a esos días y claro, la gente va a lo gratis.
Solo Zara mantiene de momento sus esperanzas en la megatienda de Larga, pero si un día cierra sus puertas quedará definitivamente cincelado el nuevo modelo de centro histórico, que nada tiene que ver, por ejemplo, con los de Cádiz o Sevilla, donde uno puede ir a tapear y de paso renovar su vestimenta. Hasta para eso somos particulares, pues en éstas y otras muchas localidades —Granada, Málaga… por citar las más cercanas— sus habitantes matan y hasta pagan cantidades desorbitadas por morar en el casco histórico y no en las inmediaciones de un conocido hipermercado, como ocurre aquí. Quizá si algunos barrios de lo que se da en llamar el corazón de Jerez —que necesita un bypass urgente— ofrecieran un aspecto menos parecido a Kosovo en tiempos de guerra, otro gallo cantaría. Señores políticos, vecinos, comerciantes, estrategas del urbanismo y expertos varios, pónganse las pilas. Todavía estamos a tiempo.
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