Tropezando una y otra vez con la misma pierna izquierda. Víctimas de un ego desmedido. Así se escribe, salvo en muy contadas ocasiones, la historia de la izquierda española.
Primera República, 1873, cuatro presidentes en diez meses de vida —muy español, y mucho español todo, que diría aquel–. Entre ellos, Pi y Margall, “el único socialista de entre los dirigentes republicanos”, como lo definió Engels, que dimitió al encontrarse un sindiós en forma de rivalidades izquierdistas y cantones independientes que, en vez de federarse, se peleaban entre ellos. Resultado: vuelven los Borbones.
Segunda República, 1931, tras muchos avances sociales y el intento de secularizar y desmilitarizar la vida en nuestro país, “la derecha saca la conclusión de que una izquierda unida ganaría las elecciones de 1936 y que, ante esto, la única solución para sus intereses es un golpe militar”, todo en palabras del hispanista Paul Preston. La izquierda gobernante se acojona y recula, “lo que —continúo citando al historiador— provoca a los anarquistas, que ven a la República igual de nociva que la monarquía”, mientras “frustra a la izquierda del PSOE”. Las divisiones provocan la victoria electoral de las derechas en el 33 y la consiguiente reversión de las reformas, lo que intensifica las luchas sociales. Resultados: malestar extremo de la clase obrera, cabreo exacerbado, propaganda de extrema derecha culpando a la República y solución final en forma de Golpe de Estado. ¡Tachán!
Así una y otra vez, hasta llegar a hoy. Demos un salto de 80 años:
Elecciones generales de 2016. La izquierda, en su mayoría aglutinada bajo Unidas Podemos, alcanza los 71 diputados, lo que hace posible la moción de censura al Gobierno de Rajoy. ¿Y qué ocurrió entonces? Pues vamos a pelearnos, que si no, no parecemos de izquierdas. ¿De lo mío qué? ¿Qué te crees? Resultado: ridículos, divisiones y hastío que se lo ponen muy fácil a la derecha y, lo que es peor, a la extrema derecha. ¿Os suena?
Y la historia se vuelve a repetir: elecciones andaluzas de 2022. La izquierda se presenta cada uno por su lado:
—Oye, si prácticamente defendéis lo mismo…
—Sí ya, pero es que no nos aguantamos los unos a las otras.
Resultado: camino de rosas para Juanma, “el moderado”.
Y, visto todo esto, uno puede pensar: ¡a lo mejor ya han aprendido…! ¡Pero, qué va! Como dijo Einstein: “Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera”. Resultado: esta semana, Por Andalucía —una de las exiguas alas izquierdistas en el Parlamento andaluz— explota para regocijo de una derecha que se parte la caja con el espectáculo de IU, Unidas Podemos y el resto de la panda.
—Tú crees que estos pueden gobernar, si no se soportan entre ellos… ¿Quién les va a votar?, grita la derecha a los cuatro vientos.
Y yo os pregunto a los políticos y simpatizantes de ideas progresistas, ¿estáis seguros de que el enemigo está enfrente? Porque este Pituffo no lo tiene muy claro.
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