Quiten ustedes la ciencia que donde esté un buen macho español no se pone nada mejor. El varón ibérico, como el toro al que tanto venera, embiste con gallardía ante el mínimo atisbo de feminismo progre. Sus gónadas masculinas le otorgan una fuerza y sabiduría extras para resistir la actual oleada de mujeres odiadoras del señorío y las costumbres tradicionales. Pero, desgraciadamente, vivimos una mala época para los machos patrios. Un gobierno socialcomunista bolivariano infectado de feminazis sigue inyectando el odio hacia el hombre de pelo en pecho y viril.
Lo último, cómo no, ha sido legislar sobre el aborto u otorgar bajas por dolor menstrual. Sobre el primero, habría que advertir que estas tías no van a parar hasta conseguir que las mujeres decidan plenamente sobre su deseo o no de continuar un embarazo. ¡Qué aberración! Mujeres decidiendo sobre su propia salud y su futuro. ¿Qué será lo siguiente? ¿Vestir como quieran para provocar los instintos naturales de cualquier hombre y así buscarle una desgracia? ¿Tener su consentimiento para practicar relaciones sexuales?
Sin embargo, la afrenta feminista no queda ahí. Ahora, el dolor de la regla es una excusa para pillar tres días de vacaciones. ¿No quieren igualdad?, pues que resistan ese dolorcito y no se quejen tanto. El otro día, en el programa de Carlos Herrera de la Cope —por cierto, ese sí es un ejemplo de señor español— el periodista Luis del Val decía, entre otras “verdades”, que a partir de ahora las bajas se darían bajo la palabra de honor de la mujer sobre la existencia del dolor, cosa inédita hasta ahora. Si lo dice don Luis debe ser cierto porque, como todo el mundo sabe, cuando el hombre falta a su trabajo es porque sufre un dolor insoportable y su testimonio tiene la validez de una prueba médica.
Pero desde hoy y gracias a Irene Montero, la mente femenina, de natural sibilina, se aprovechará a la mínima para no cumplir con su obligación. ¿Qué empleador en sus cabales va a contratarlas ahora? Menos mal que tenemos la Cope para advertir sobre tales tretas dignas de las descendientes de Eva. ¡Qué mejor lugar para hablar sobre mujeres que la radio de los obispos!
Viendo la sociedad de hoy en día, yo me pregunto, ¿dónde están esas mujeres, como mi madre, que aguantaban sus dolores en silencio, sin quejarse? ¿Dónde están esas amas de casa que aunque estuvieran enfermas se levantaban de la cama para ponerles el café a sus esposos?
Menos mal que a mi familia no le tocó vivir estos días porque entonces, ¿quién le hubiera puesto las magdalenas a mi hermano cuando estuvo una semana de baja porque le operaron de fimosis? ¿Quién le hubiera dado el café y las medicinas a mi padre cuando no fue a trabajar por la lumbalgia?
Quédense ustedes con sus avances feministas que muchos preferimos la sociedad de hace 50 años… bueno, al menos yo, porque mi santa madre decía que no volvería a aquella época ni loca y que si le hubieran tocado estos tiempos nos íbamos a poner el café y las magdalenas con nuestros sabios y santos cojones.