Why should I cry for you cantaba Sting a su padre fallecido. No puedo escuchar esa canción sin emocionarme y, quizás por ello, hoy también me pregunto: ¿por qué debo llorar por ti?
¿Por qué debo llorar por ti, Israel?
Lloro porque los judíos han sido un pueblo perseguido a lo largo de la historia. Han sufrido éxodos y expulsiones, y el holocausto nazi del siglo pasado es uno de los acontecimientos más terribles y vergonzosos de nuestra historia.
Lloro también por sus víctimas inocentes, la gente de a pie que mira al cielo por si un misil lleno de odio acaba con sus vidas.
Lloro por aquellos judíos, muchos, que se oponen a su propio gobierno ultranacionalista, conservador y racista, que entiende que la solución a este conflicto consiste en aniquilar a otro pueblo. Netanyahu y los suyos piensan que asesinar a un niño palestino es eliminar preventivamente a un terrorista futuro. ¿Se puede ser más ruin y mezquino?
Lloro porque una democracia, por muy libre que sea, se crea con el derecho a invadir otro territorio. Quizás, Israel piensa que puede hacer lo mismo que sus patrones estadounidenses o lo que tanto criticamos a los rusos.
Lloro porque como única solución a sus problemas, muchos israelíes se dejan atrapar por el fanatismo religioso y la venganza. Me entristece, como ser humano, que basen su derecho sobre el territorio en una mitología inventada hace miles de años.
¿Por qué debo llorar por ti, Palestina?
Lloro por los asesinatos de inocentes palestinos que Israel lleva cometiendo, desde hace decenas de años, con la complicidad del primer mundo y una impunidad absoluta.
Lloro porque su población lleva años condenada a una pobreza extrema en la cárcel al aire libre más grande del mundo.
Lloro porque como única solución a sus problemas, muchos palestinos se dejan llevar por el fanatismo religioso y la venganza.
Lloro porque invoquen a su Dios para aniquilar las vidas de inocentes. Lloro porque el mundo árabe jamás abandonará su condena mientras su sociedad se base en la religión extrema y estén gobernados por autócratas y monarcas a los que solo les importa su pueblo para poder mantener sus desorbitados privilegios.
Tomo aire. Si juntamos a ambos pueblos me dan ganas de llorar cuando observo que vuestros líderes os representan a gritos, mostrando lo peor y más extremo de vuestros mundos.
Pero, desde esta tribuna, un tipo como yo, sin necesidad económica, vestido, alimentado y aún- quién sabe por cuánto tiempo- libre, hoy también se pregunta, ¿debo llorar también por nosotros?
Pues debo hacerlo porque en mi mundo haya gente, cada vez más, a los que les importan una mierda las vidas de los que no sean blancos, guapos y vayan bien vestidos.
No contengo las lágrimas porque en mi entorno haya gente que cree que la solución a los problemas se basa en la confrontación y en la eliminación del diferente.
Y lloro porque, aquí también, hay quien pone la religión y la bandera por encima de los derechos de sus vecinos.
No sé, puede que con la edad este pituffo gruñón se esté convirtiendo en pituffo llorón, sobre todo cuando compruebo que en nuestra avanzada sociedad crece el mismo virus que lleva al desastre a palestinos y judíos.