En estos días de agitación y mociones de censura- no, no pienso perder el tiempo con la payasada de VOX y Tamames- siempre viene bien escuchar a intelectuales contrastados que nos despejen nuestras dudas existenciales. El último en apuntarse a este carro selecto, donde ya tienen un lugar ilustre los Motos, Vaquerizo o Bosé, es Toni Nadal, tío y ex-entrenador del mejor deportista español de todos los tiempos, Don Rafael Nadal Perera.
Se queja el tito Toni de que en estos días no hay tantas libertades como hace cuarenta años, cuando, al parecer, uno podía decir y hacer lo que le diera en gana sin que nadie viniera a tocarte los cojones. Y puede que al coach no le falte razón, aunque algo me dice que de lo que se queja el tito Toni no es de las verdaderas restricciones a las que nos enfrentamos hoy.
Pongamos algunos ejemplos: en esos tiempos no existía esa medieval violación a la libertad que suponen las “ofensas a los sentimientos religiosos”. Se me viene a la cabeza la chirigota del año 86, Los tontos de capirote, que hoy día hubiera sido denunciada por los abogados cristianos. Tampoco existían, allá por los ochenta y noventa, “las injurias a la corona”, y no recuerdo a ningún rapero tener que exiliarse a otro país. Ah! y ni siquiera estaba la Ley Mordaza- estooo… ¡hola PSOE!, ¿qué decías que ibas a derogar en cuanto llegaras al gobierno?
Pero, insisto que no creo que en el pensar de Toni Nadal estuvieran estas cuestiones, y algo me dice que el tito estará incluso de acuerdo en todas las nuevas restricciones que tenemos hoy. Los Nadal, Motos, Bosé, Vaquerizo o Iker Jiménez, todos referentes intelectuales del mismo espectro político, entienden por restricción de libertades las críticas que reciben cuando sueltan sus opiniones sacando a relucir el machismo, la homofobia o simplemente, como en el caso de Vaquerizo, la estupidez supina.
Hay que entender que venimos de tiempos en los que no pasaba nada por recriminar a una mujer su habilidad para conducir solo por el simple hecho de tener útero. Los ochenta también fueron años en los que era mejor no acercarse a los maricones, no nos fuesen a pegar algo. ¡Qué buenos tiempos, qué libertad! Sí un tío se acostaba con quince pibas era un héroe, si lo hacía una mujer era una calienta pollas.
Eran días en los que, si violaban a una chica, lo primero que había que preguntarle era por qué estaba en la calle a esas horas y qué hacía llevando minifalda. ¡Qué bonito es el pasado! Si eras gay, no podías casarte, aunque tenías libertad para pegar a tu perro todo lo que te diera la gana. ¡Ah, y la violencia machista, no existía!, eran cosas de pareja que cada uno tenía que arreglar dentro de su casa.
Pues, qué quieres que te diga, tito Toni, quedaos con vuestro libre pasado, y libradnos a los demás, por favor, de tener que aguantar vuestras estupideces proclamadas a los cuatro vientos.