Hace unos seis meses, tras una profunda desilusión con el sistema de participación abandoné Podemos tras un proceso de primarias agotador. Critiqué un sistema de participación que consideraba poco fiable y escasamente válido. El sistema no solo era ventajoso para los compañeros mas mediáticos, sino que sus vulnerabilidades eran explotables por grupos de interés para impulsar a sus propios candidatos y propuestas. Meses después volví a interesarme y participar de la vida política y hace unas semanas volví a inscribirme en Podemos. Lo paradójico es que lo que me impulsaba a volver es lo mismo que me impulsó a irme. Supongo que he tenido mi camino a Damasco particular y como el de Tarso, mi propia conversión es tan fiera como era mi beligerancia.
El impulso definitivo a mi interés por reincorporarme al Círculo son las críticas que ha recibido la propuesta del Consejo Ciudadano Estatal para las primarias nacionales. El sistema sigue necesitando un rediseño que permita subsanar sus deficiencias. Pero las críticas no parecen objetivas, sino mas bien injustificadas o mas probablemente interesadas. Se acusa al Equipo de Pablo Iglesias de ser una lista “plancha” cuando el votante podrá marcar y desmarcar los candidatos que quiera, podrá crear su propia lista mezclando como crea conveniente a los candidatos de todas las listas.
Se le acusa de ser una lista completa y excluyente cuando solo ocuparía 60 de las 350 plazas disponibles, dejando libres las otras 190.
Se le acusa de alejarse de la ciudadanía cuando son primarias totalmente abiertas, no es solo que pueda presentarse quien lo estime conveniente, de hecho incluso en su propuesta hay bastantes candidatos “independientes”.
Se le acusa de centralismo cuando desde el principio Podemos trató de luchar contra los perversos sistemas de circunscripciones. Siempre pidiendo circunscripción única y ahora que la tenemos tampoco nos gusta.
Por más que lo intento no logro compartir o tan siquiera comprender las críticas, se puede votar a quien se quiera, permite -facilita, diría yo- la presencia de independientes y su propuesta cubre menos de la quinta parte de las plazas disponibles. Siendo malpensado, que lo soy, resulta cuando menos llamativo observar como los que critican tal método no han dudado en apoyar y usar sus -ahora- odiadas listas plancha combinada con su -ahora- odiada circunscripción única en las primarias para las autonómicas y para el senado. Parece como si entonces fueran buenas y ahora, de repente, se han convertido en malas, como si lo malo no fuera la idea sino quien la propone.
Uno de los principales atractivos de Podemos es, no lo olvidemos, la credibilidad de sus impulsores y la solidez de sus propuestas, que son capaces de seducir a una ciudadanía en principio incrédula y reticente. Participar es atraer ciudadanos independientes, pero es también empujarlos dentro del sistema para que lo arreglen. Cambiar las instituciones no es posible sin entrar en ellas y para entrar en las mismas necesitamos el apoyo de una mayoría de ciudadanos que nos confíen su voto. Hay que luchar por esos votantes, que no acuden -ni quieren ni tienen que hacerlo- a las asambleas, que no participan -ni quieren ni tienen que hacerlo-– en la elaboración comunitaria de los programas, que no quieren refundar el capitalismo sino recuperar sus derechos. Ellos juzgarán y apoyarán -o no- con su voto nuestras propuestas.
Esos ciudadanos participan votando y entregaran su voto a aquél en quien confíen, probablemente al equipo mas sólido, no al mas participativo, al mas capaz, no al mas asambleario. La verdadera batalla se dará, de aquí a Noviembre, en las calles, pero sobre todo en los medios. Esa, la batalla por -y para- los medios es la que -me parece- está detrás de una parte importante de las críticas. En esa batalla quiero participar. Y quiero hacerlo, asumiendo la insignificancia e intrascendencia de mi aportación, del lado de los que están siendo atacados injustamente. Del lado del Equipo encabezado por Pablo Iglesias, que fue el que hace un año y pico me devolvió la esperanza en la política.