“El día que empezó la alegría”, dijo Ángela. Y, estarán ustedes de acuerdo, la frase en sí misma es el hermoso comienzo de un relato. Claro, el espacio era, cuanto menos, inspirador: a ver quién no quisiera saber escribir sintiendo la brisa del Guadalquivir en la piel; el mismo día que encontramos la casa donde Al Motamid escribía poemas, también sobre el Río Grande. Guardándonos la espalda, uno de los lugares más sagrados del mundo, en el que cuatro andaluces (Séneca, Osio, Maimónides y Averroes) rezaron a cuatro dioses distintos en cuatro lenguas diferentes, como le explicó un tal Lucas* llamado José Luis Serrano a la Presidenta de la Junta de Andalucía un día en el Parlamento andaluz.
En ese mismo lugar sagrado habitaban no sólo hombres, también la más prodigiosa mujer poeta andalusí; Wallada, mandaba y amaba. Y ante nuestros ojos el Campo de la Verdad, el lugar donde hace 1.200 años se levantaron los rabadíes contra el emir, el pueblo contra el poder. Perdió el pueblo, claro. Pero aquellos cordobeses castigados con el exilio recorrieron luego el mundo desde Toledo hasta Alejandría y fundaron la República de Creta, como nos recordaba Antonio Manuel.
En ese lugar palabras y músicas diferentes para reivindicar la singularidad, originalidad y complejidad de la memoria, la cultura y las gentes de Andalucía. El formato, inspirado en un trabajo excelente realizado por la Asamblea de Andalucía y dirigido por Isidoro Moreno, incluía músicas de las cinco fuentes de la cultura andaluza: andalusí, castellana, negra, judía y gitana. Las músicas magistralmente interpretadas y cantadas eran las cinco fuentes. Las palabras eran libres, radicalmente libres, de mujeres y hombres andaluces de ahora que beben en las fuentes que les da la gana. La memoria y el presente.
Y de fondo un artista, un pintor de calles y espacios abiertos. Arte contemporáneo brillante y libre hacía Tarín. Parecía que sólo pintaba pero, a juzgar por el resultado de su trabajo, estaba conectado con los ecos, los sonidos, los silencios y las voces que allí habitaban. Y la lona lienzo se transformó en una andaluza, una mujer, niña reciente, con estrellas en los ojos, fuerte y segura que, en un prodigioso escorzo de su brazo izquierdo, señala el camino adelante con una arbonaida anudada en la muñeca. Una arcángela aljamiada del siglo XXI, con licencia de Lorca.
“Adelante” es un adverbio. Yo adoro los adverbios, particularmente los de tiempo, porque modifican nada menos que la acción del verbo. En este caso, se da la paradoja de que “adelante” es un adverbio de lugar que indica, también, tiempo. Indica futuro. Señala mañana.
Pero no hay un mañana si no hay un nosotros. Y la idea de este #AdelanteAndalucía es fundamentalmente ese Nosotros. Se trata de contribuir a la producción de un tiempo diferente con los andaluces y las andaluzas. Un tiempo que sea mejor para la mayoría. Se trata de transformar las condiciones de la vida de la gente, de la penosa vida real de la gente, no se trata de discursos.
Se ha agotado un tiempo político en Andalucía. Desde el escuela gratis, medicina y hospital convertidos en ejemplares servicios públicos, hasta el deterioro dramático de esos mismos servicios públicos, desde la atención a las necesidades de los pueblos olvidados hasta la corrupción de los ERES. Desde la Andalucía empoderada que inaugura el Estado de las Autonomías a esta Andalucía tan leve, que no se diferencia de Tabarnia, hay un tiempo, un tiempo que aunque la presidenta andaluza defina como nuevo nos parece viejo. Un tiempo de decadencia. Un tiempo agotado.
Es una innovación de enorme magnitud para que Andalucía siga siendo un Nosotros, una comunidad política para cuidarnos y una matria que no se parezca en nada a Tabarnia
Un tiempo agotado y un mundo convulso donde lo único internacional es el capital y la gente está cada vez más sola, más aislada, más vulnerable y más pobre. Un mundo en el que es más importante el mercado que la política, la riqueza que la vida del propio planeta. Un mundo con algunos liderazgos que enjaulan a los niños, separándoles de sus padres migrantes o los dejan morir en el mar. Una Europa desmemoriada y fragmentada, cada vez menos comunidad y menos unión.
En este contexto resulta imprescindible la inteligencia de poner objetivos políticos que unen por delante de las etiquetas que separan, es vital la defensa de la memoria de luces de Andalucía y es revolucionaria la voluntad de trabajar juntas y juntos para generar ese tiempo bueno. Es el proyecto que han puesto en marcha Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo (o viceversa) y que se llama Adelante Andalucía.
Es una innovación de enorme magnitud para que Andalucía siga siendo un Nosotros, una comunidad política para cuidarnos y una matria que no se parezca en nada a Tabarnia. Es político, lean mis labios, por favor, Político. Desborda lo partidario pero no obvia y es, además, extremadamente respetuoso con lo partidario.
Juro por los cuatro dioses que nadie nos ha pedido carnet de Anticapitalistas cuando nos hemos acercado. Juro que, aunque quiero entrañablemente a algunas personas comunistas, mi cultura comunista es escasa, leve y procede de algunas conversaciones y lecturas. Y juro por la estrella de ocho puntas mi alegría ahora que el andalucismo resulta de nuevo tan importante como para que esté en disputa.
Este último juramento es el que contiene menos guasa de todos, porque Ángela y yo, y algunas y algunos que ya nos faltan, hemos recorrido muchos caminos para llegar a la alegría de este comienzo.
*Un tal Lucas es una obra de Cortázar. Lucas era el alter ego del escritor. Y Serrano era Lucas, el Cronopio más bello que he conocido.
Comentarios