El gran reto global de 2017

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Al comienzo de todo año se suceden multitud de deseos y propósitos que, a medida que vayan transcurriendo los meses, se irán disolviendo en el olvido como azucarillos en agua. Pero no es menos cierto que a veces, menos de las que uno quisiera, la conciencia social actúa como catalizador del cambio, y “empuja” a los gobernantes en una dirección única e inequívoca. Habiendo traspasado el umbral del 2017, el gran reto global que se presenta para todas las naciones del mundo, en especial para los llamados “industrializados”, es el del medio ambiente.

Son muchos los estudios científicos que avalan las tesis del calentamiento global (esa misma que cierto presidente español bigotudo catalogó de catastrofistas y apocalípticas) y existen datos que evidencian que el polo norte está en situación de deshielo permanente. Si a esto unimos la emisión de gases tóxicos por parte de los grandes países desarrollados, el cúmulo de residuos inorgánicos que flotan en nuestros mares o que duermen el sueño eterno en fondos marinos, la situación de nuestra Madre Tierra no es precisamente la mejor, ni la deseable.

Pero justo cuando los grandes monstruos de la industria mundial parecen mirar hacia otro lado por un problema que han generado precisamente ellos, es la sociedad la que toma el relevo de la responsabilidad junto a, también es justo decirlo, algunas empresas e industrias que sí han tomado conciencia del problema al que se enfrenta el ser humano en el siglo XXI.

En concreto la automovilística, se ha lanzado en brazos de la innovación para promover el automóvil del futuro, que habrá de funcionar con energías limpias… combustible cero. No, no es una utopía: de hecho, los grandes eventos y congresos suelen tener como colofón o plato fuerte, la presentación de vehículos eléctricos con idénticas prestaciones a los actuales. Y un plazo de venta al público más cercano de lo que parece: 2019.

Determinado supermercado se une a esta nueva ola ecológica, y después de concienciar con sobre el mal uso de bolsas de plástico, ahora ofrece al comprador la posibilidad de tener su factura en el móvil, en vez de papel. Se prevé un ahorro de unas 30 toneladas de papel que acabarían de otro modo en vertederos.

El ciudadano de hoy entiende el reciclaje de basura y lo que antes nos resultaba un incordio (eso de repartir la basura por colores), cada vez está más y más implantado en la conciencia. Falta la segunda parte de la ecuación: la que implica a los gobiernos. La sociedad civil está preparada para vivir en un entorno ecológico, más sano y saludable. Ha comprendido que la Tierra tiene un límite, y estamos próximos a rebasarlo.

¿Serán los grandes países industrializados capaces de darse cuenta que de nada sirve tener riqueza en un planeta muerto? Ahora tocaría exigir responsabilidad a aquellos que se lo exigen a los ciudadanos a la hora de votar.

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