Nada es peor que un listo insistente, que ni culto ni inteligente. Nada peor que un pillo, capaz de decir blanco cuando dices negro y negro cuando dices blanco. Nada peor que quien adula al jefe, el sabiondo de cortijo y el que a todo se adapta. El que pierde una vida para ganar otra que no sabe vivir. El de las bromas terribles, el del despecho constante y el que no se fía de nadie. El garrulo sin compasión. El que ganando diez sólo gasta dos, el que sólo en el trabajo encuentra una afición. El que sólo goza y valora lo que se puede palpar y encuentra en la poesía una acto innecesario. El que ensalza lo vulgar y no entiende de belleza.
Amante del pragmatismo y las rutinas infames de su vida insustancial. Dios te libre de un burro, sabiondo sin moral. Amante del dinero por encima de lo demás. El que no dedica a su alma ninguna opción cultural. Zorro tapado, astuto de matorral. Cenutrio campestre, pueblo de campanario bonito y memoria de caimán. Con las ideas de un tigre y la escopeta de sal. De morcilla fresca, "matagatos" y lo mío antes que na. Cabecita de medievo, mosto del malo y predispuestos a odiar. Capitán de los tontos, miedoso de los demás. A mí no me tima nadie, dice sin rechistar. El que espera en una cola por recibir y no dar. Dios te libre de quien sólo goza con la telera de pan, la sandía más gorda y la perdiz enjaulá. No te cruces, no vayas, ni lo intentes: siempre te van a ganar.