La última semana pude presenciar un acontecimiento que me dio que pensar. Tal y como había anunciado de largo el Ayuntamiento de Sevilla, se empiezan a ejecutar las medidas previstas sobre los patinetes eléctricos. En concreto, pude ver a tres agentes de la Policía Local anotando el número de serie de cuatro patinetes de alquiler de la compañía BIRD. Estos estaban estacionados en la acera de la Avenida de la Palmera, los cuatro juntos, recién salidos de la furgoneta de reparto. Aunque esta acera en concreto es ancha y los patinetes no dificultan el paso, la ley es la ley. A su vez, no habría una regulación tan estricta con los patinetes eléctricos si no fuera en parte necesaria y si no existiera miedo y odio hacia estos vehículos. Como propietario y usuario de un patinete eléctrico, me veo obligado a dar mi visión del panorama.
Compré el patinete a principios de año no por moda, sino porque era la mejor opción para ir a las prácticas curriculares del grado. En autobús podía incluso tardar dos horas y el gran problema del servicio público de bicicletas es que está colapsado. Es fácil quedarse sin bicicletas a primera hora de la mañana. Y es todavía más fácil quedarse sin plaza para aparcar en tu destino. Harían falta unas cuantas bicicletas más, pero sobre todo por lo menos el doble de plazas en los terminales para poder aparcar. Tampoco tenía sitio para guardar una bicicleta propia y aparte sabía que a mi compañero de piso le llegaron a robar la bicicleta incluso dos veces el mismo año.
Me hice con el ahora icónico Xiaomi M365 con una rebaja del 10% que no se ha vuelto a repetir. De hecho, a la semana costaba 10 euros más. Como economista creo que para el mercado de los patinetes se dieron los siguientes fenómenos. En un primer lugar se dio lo que se llama en microeconomía discriminación intertemporal de precios. En la teoría es una técnica monopolística, aunque en la práctica no solo los monopolios la aplican. Consiste en fijar un precio alto en el momento de salida para maximizar las compras de la gente con mayor ansia, y luego bajar el precio poco a poco para facilitar la compra a la gente que no está dispuesta a pagar tanto. El ejemplo más clásico es la PlayStation. Esto explicó la bajada de precio, y la vuelta al precio original probablemente se deba al efecto arrastre de la demanda. A mientras más usuarios más gente se anima, la demanda aumenta y por lo tanto el precio sube. Muchísima gente me ha preguntado por el patinete. Vecinos, compañeros de clase, amigos, mi suegro, etc. También tengo que admitir que a mi me influyó mucho mi compañero de piso.
Un patinete eléctrico es más rápido que la mayoría de las bicicletas. Solamente las bicicletas con neumáticos de carretera o las de mejor aleación son capaces de adelantarlo. Está virtud juega en su contra a ojos de las ordenanzas municipales. Y más unida a su principal desventaja, es muchísimo más inestable. Aun así, todo esto no sería un problema de no ser porque no existe realmente cultura de carril bici. Muchísimos coches ignoran las señales de precaución y la limitación a 30. Pero aun así lo peor son los peatones. La gente no se tira a la carretera sin mirar, se para en los pasos de peatones por si no da tiempo a frenar, no caminan por mitad de la carretera mirando al cielo o el móvil. ¿Pero por qué en el carril bici sí? Quizás sea por que es muy poco probable morir atropellado en el carril bici y no existe ese miedo, pero el hospital es casi seguro. Sin embargo, los peatones si tienen razón en una cosa. Hay calles en las que para evitar andar por el carril bici parece que hace falta caminar sobre las terrazas de los bares tal y como Jesucristo andaba sobre el agua.
Cuando el Ayuntamiento de Sevilla parecía que tenía todo bajo control la situación se complicó aun más. Aparecieron las empresas de alquiler de patinetes, primero LIME y luego BIRD. Su precio de 1€ por el desbloqueo y 17 céntimos por minutos me parece excesivo, pero te puede sacar de un apuro. Aun así, son bastante populares y fáciles de ver en uso. La flota es inmensa y está repartida por toda la ciudad, lo que facilita su acceso. El problema que crea con ello es el del estacionamiento en las aceras y el bloqueo a la circulación de los peatones. Empiezan aquí problemas muy parecidos a los que se vivieron hace poco en Madrid. Cumplir la normativa municipal sevillana va a ser difícil para los patinetes de alquiler. Nadie lleva un casco encima por si acaso. En los próximos meses veremos si existe el mismo empeño en multar a gente sin casco, chequeos de licencias, etc.
En Jerez los patinetes cada día pisan más fuerte. El otro día, de nuevo, vi algo que me dio que pensar. Tres chavales de entre 10 y 12 años, en la Rotonda de los Casinos, cada uno con su XIAOMI M365. Pude imaginarme a esos mismos tres niños hace 50 años, pero con bicicletas, siendo ahora la versión moderna de una estampa típica. Lo mismo me pasó con dos niñas de la misma edad que iban por el parque montadas juntas en el mismo patinete. Me pude sentir como los Bee Gees cuando no los conocía nadie y escribían sobre comprar una maquina del tiempo para viajar a principios de siglo y ver la humanidad avanzar. Por si alguien tiene curiosidad la canción es Turn of the Century, de 1967.
Aparte de los niños, cada vez veo en Jerez más gente yendo al trabajo en patinete. A mí en concreto no me gusta usar el patinete aquí. El patinete no cuenta con amortiguación e ir por el adoquinado y el empedrado es muy tedioso. En un principio no creo que tengamos los problemas de Sevilla con los patinetes. No hay la misma afluencia de gente por la calle, el carril bici por lo general está desocupado… Es un modelo de ciudad bastante distinto con una circulación radicalmente diferente. No creo tampoco que vaya a haber patinetes de alquiler en Jerez, por lo menos en el corto plazo. Aunque puede que me equivoque. Puedo ver reflejos del pasado, pero el futuro incierto es porque el presente siempre cambiando está.
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