El tiempo

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Una concentración por el 15M en Andalucía.
Una concentración por el 15M en Andalucía.

El 15 de mayo, sólo esa fecha en la historia del Universo se ha quedado clavado y no existe calendario que pueda pasar la página escrita con tinta caliente.

La medición del tiempo en horas y minutos la hizo quien nunca se aficionó al fútbol. Si no, que le pregunten a mi padre, que alteró todas las leyes físicas en apenas una semana. Un domingo el Cádiz vencía por un gol con un jugador menos, el árbitro añadió tres minutos y él gritó cabreado: “Eso es un mundo, qué barbaridad”. Al siguiente, el Cádiz perdía, el equipo contrario encerrado en su campo y los balones lanzados al área como una lluvia de meteoritos. Cuando el asistente levantó el panel y mostró de nuevo tres minutos, volvió a alterarse: “Eso no es 'na', carajo, con la de cambios que ha habido”. Sólo transcurrió una semana y el tiempo, caprichoso como nadie, pasó de eterno a fugaz.

Por eso, quizás repitieron tanto que estudiara, como yo insistí más tarde a mi sobrino. Por eso, quizás, las etapas parezcan vidas distintas y se recuerden desde lejos, muy arriba, como un espectador ajeno a lo que ocurrió. Han pasado seis años, o eso dicen, y yo no sé si lo rememoro como ayer o como algo que nunca ocurrió.

Sin embargo, fuese mucho o fuera poco, en la plaza de mi barrio volvieron a reunirse en círculo y asamblea. El 15 de mayo, sólo esa fecha en la historia del Universo se ha quedado clavado y no existe calendario que pueda pasar la página escrita con tinta caliente. Allí, estancados en la primavera más revolucionaria, en una conversación por turnos, enumeraban logros y frustraciones. 

Las canas crecen en la barba, la sangra arde y el corazón golpea contra el pecho igual que quien tiene deuda pendiente. Porque pasó mucho o poco, según se mire, pero los motivos sobran para abarrotar calles, esquinas y plazoletas. Porque pasó mucho o poco, pero yo sigo pobre y el de arriba, ahora, mucho más rico. Porque pasó mucho o poco, pero la precariedad ganó la guerra y el PP las elecciones, igual que una correlación de fuerzas. Causa y efecto. Ahí la llevas.

Allí siguen los de entonces, otrora multitud, actualmente apenas una decena. Se cambiaron gobiernos, se llegó a las instituciones y se venció en algún desahucio, también se carga con el cadáver de la Ley Mordaza y los recortes. Allí siguen, ajenos a la historia, a los libros y a la acción espontánea que se estudiará en las aulas. 

-¿Hasta cuándo?, se preguntan muchos. Y al igual que Florentino Ariza en el Amor en los tiempos del Cólera, con su respuesta preparada durante años con sus noche y sus días, agotados ya de ese “ir y venir del carajo”, contestan sin importancia:

-Toda la vida.

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