El arte de las Tres Mil Viviendas del Polígono Sur se ha visto en la Bienal de Flamenco de Sevilla. Estaba en la programación para el 29 de septiembre aunque a una hora muy poco flamenca: a las 12 de la mañana, para que no hiciera sombra. Vecinos y vecinas anónimos de las Tres Mil han protagonizado un espectáculo emocionante sobre la historia del polémico barrio y han gritado al mundo: “Tenemos 3000 esencias, 3000 decencias, y semos como somos”.
Los artistas han sido elegidos en un proceso participativo por los propios vecinos. Durante el verano se ha llevado a cabo un concurso en las plazas de las Tres Mil. Se ha apuntado quien ha querido. Han tocado, han cantado, han bailado y el vecindario ha votado. Esas plazas a la espalda del mundo, algunas donde impera el narcotráfico con la connivencia policial e institucional, bajaron el volumen para escuchar el concurso.
Los ganadores han protagonizado este sábado un espectáculo programado en la Bienal llamado 'Tres Mil DeScencias'. Se ha hecho en el corazón del barrio, frente a la barrida de las Vegas, la más pobre de Europa. En un flamante edificio de casi 3 millones de euros llamado la Factoría Cultural del Polígono Sur. Un lugar con una utilidad incierta para el beneficio social del barrio pero con una dirección actual que ha tenido la sensibilidad de dar cabida a los vecinos y dejarlos subir al escenario. Todo lo demás lo ha organizado la Asociación Cultural Estudio 41013, totalmente indígena.
A través del flamenco han contado el periplo de su vecindario. La expulsión de los gitanos herreros de Triana que fueron a parar al Polígono Sur para mayor gloria de la gentrificación y especulación urbanística. Ese pasado glorioso, como un Al-Andalus perdido, que sigue siendo Triana para las nuevas generaciones del Polígono Sur. Yunque y cantes de fragua. Después llegaron los gitanos madrileños a las Tres Mil. Madrileños porque todo lo de fuera de Andalucía es Madrid. Y traían unas jotas entre sus cantes que se mezclaron con el compás de Triana y que hoy se han puesto encima de un escenario. Unos cantes de fiesta que jamás se habían visto así fuera de las bodas. Nos guste más o menos hace cien años los Ronaldos y los Messis eran toreros.
Torear era triunfar y era salir de pobre. Por eso un torero ha estado encima del escenario como símbolo de la aspiración de los vecinos de las Tres Mil de querer tirar pa’lante. Lo ha tentado el toro pero ha salido victorioso, como un mensaje de esperanza: “de la exclusión se puede salir”. Individualmente es más difícil pero como colectivo, como barrio, sí es posible. Hay que darle la vuelta a esto de ser la mayor bolsa de pobreza de Europa y salir por la puerta grande.
Se ha homenajeado a las grandes figuras que ha dado el barrio: Martín y Juana del Revuelo, Caracafé, Bobote, los hermanos Amador...Y se ha hecho recitando al compás, como guiño al rap que inunda las calles del barrio. Paradojas de la historia, el gueto que fue Triana es ahora las Tres Mil. Allí se mezcla lo negro subsahariano, lo árabe, lo andaluz y lo gitano como en el S.XVIII se juntó en el arrabal trianero. Un crisol de colores que anuncia las músicas del futuro que están por venir.
Hay a quien no le ha gustado. La dirección artística fallaba, decían, y se han salido. Hay quien ha opinado que para enseñar el arte de las Tres Mil no hacía falta contar tanta historia, con un recital más ortodoxo hubiera bastado. Pero la gente de las Tres Mil hoy no quería entretener a los oídos de los flamencólogos más exquisitos. Sepan los críticos que hoy no iban al Teatro Lope de Vega. Hoy les han dado un micro y un escenario y han gritado al mundo: ¡Miradnos estamos aquí, somos los excluidos, los marginados, los que no contamos!, ¡nos dicen indecentes, y mirad lo que sabemos hacer, tenemos 3000 decencias y 3000 esencias!
Un joven cantaor del barrio chabolista del Vacie, que jamás se había subido a un escenario y que le daba mucho lache, ha cantado un martinete doliéndose. Lo ha hecho en la Bienal de Flamenco de Sevilla, aunque su director no haya asistido, y en un edificio millonario. Estaba allí porque los vecinos habían votado que era uno de los que debía estar. Hoy por un rato se ha tambaleado el discurso tecnicista y hegemónico. Hoy el flamenco ha vuelto a ser un grito de una clase social oprimida. Hoy el cante se ha escuchado desde el Sur y a la izquierda.
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