Libertad sin IVA

Todo consiste en falsificar la democracia e imponerle los límites de las leyes del mercado. ¿Leyes? ¿No es exagerado elevar la codicia y el compadreo a la categoría de ley?

Biólogo y profesor.

Libertad sin IVA. Cruceristas en el centro de Cádiz.

"Libertad, libertad, sin IVA libertad…". Di que sí. Que lo del IVA y los impuestos en general es cosa de rojos y ateos bolcheviques. Queridos niños, esa es la auténtica libertad, que te puedas tomar una caña o un refresco. ¿Cabe mayor libertad? Ya lo dijo la gran pensadora ilustrada, Isabel Ayuso de Madrid. Lo demás, rojerío y desastre.

Es la gran idea que mueve a casi la mitad de los españoles. Y yo flipo.

Da igual la evidencia de que en una sociedad organizada lo solidario es que todos contribuyan a las medidas públicas y a políticas igualadoras. ¿Con qué dinero creen que se pagan carreteras, colegios, hospitales, becas...? Con los dineros de los impuestos. Negar esto es insolidario, y conduce a una pantomima de sociedad en la que los ricos son cada vez más poderosos y los poderosos cada vez más ricos.

Los partidarios de la libertad sin IVA se defienden con argumentos simples que ponen los ojos como platos, como que un carril bici es malo porque quita aparcamientos, que lo público es más caro o que el turismo "cuanto más mejor, porque deja dinero".

Todo consiste en falsificar la democracia e imponerle los límites de las leyes del mercado. ¿Leyes? ¿No es exagerado elevar la codicia y el compadreo a la categoría de ley?

Pero, ay, los argumentos simples se basan en la intención de la mentira; esto es: fingir la verdad. Desde el carril bici al turismo masivo. Y sirve para rechazar con argumentos simples desde la tasa turística al cambio climático. La auténtica verdad no tiene, por el contrario, dónde esconderse y con frecuencia es incómoda, complicada y difícil de comprender.

La solución de la Junta bonillera al desastre de la Sanidad Pública Andaluza consiste en agilizar la apertura de clínicas privadas. ¡Olé!

La receta siempre es la misma: recorte de lo público hasta que esté bien recortado, y después privatización y prebendas. Y negar los impuestos y las subvenciones públicas. Ojo, a la Iglesia, los toros y los colegios concertados, sí. Que esos son de los nuestros.

Darían risa si no dieran miedo los oscuros y despiadados intereses de la Banca y de los grandes empresarios, que obtienen obscenas ganancias, de los políticos que se han pasado al lado oscuro por las puertas giratorias, del poder inquietante e intangible de la Iglesia, de la prensa comprada con 30 monedas de plata…

Aunque su gran realización consiste en ver a los pobres apoyar y votar a los responsables de su pobreza. Una gran obra de arte.