En tierra de nadie

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No quería escribir sobre esto, o mejor dicho, no podía. Era demasiado difícil escribir sobre algo que duele, algo que te remueve por dentro como me remueve este tema. Algo que hace que los últimos días hayan sido tristes, nerviosos, ansiosos, diferentes.Pero hoy, sábado 30 me pueden más las ganas de escribir que las de callar y las de intentar sosegar las emociones. Hoy sábado 30, un día antes del 1-0, veo demasiadas cosas en mis redes sociales y en los medios: Mensajes, posts, comentarios en los grupos, videos, cartas… y ya no puedo no escribir.

Soy catalana. Y después de criarme en Andorra y de vivir casi 30 años en Barcelona, ahora vivo en Jerez. Porque decidí venir a vivir a esta tierra que me enamoró.  Soy catalana de las que hablan catalán en casa, y de las que saben bailar sardanas, de las que les pone la piel de gallina el Cant dels ocells, y de las que han crecido escuchando “canço catalana”: Llach, Serrat, Maria del Mar Bonet siguen presentes en mi ipad y en mi spotify. Pero también tengo al Torta, a la Paquera, a Paco de Lucía, a Camarón y a comparsas de Cádiz. Hace más de diez años que bailo flamenco o lo intento. He visitado y viajado por casi toda España (me falta solo Extremadura), y por casi toda Europa. Hablo 4 lenguas, tengo amigos en los cinco continentes, y trabajo en Europa. Y a pesar de todo esto, ahora más que nunca me siento en tierra de nadie.

No voy a hablar de la culpabilidad que en mi opinión tienen los políticos. Los de aquí y los de allí. Unos políticos a los que pagamos con nuestros impuestos, y que se supone cobran por hacer política. Y hacer política es dialogar, negociar, hablar y ser responsable con su pueblo. No voy a hablar sobre el hecho que estos políticos a los que pagamos son precisamente los que tienen más casos de corrupción en sus partidos. Todos. Los de aquí y los de allí. Tampoco quiero hablar sobre qué bien les va a estos políticos que mientras en la calle se habla de separatismo, nadie habla o se acuerda de la corrupción, de los recortes, y de las ayudas sociales. No voy a hablar tampoco de esos paraísos fiscales, uno de ellos donde he vivido toda mi juventud, en los que los políticos que tanto han gritado por una bandera han llevado su dinero, a un país que no tenía su bandera (y hablo de las dos banderas). Y rectifico, no era su dinero, era el nuestro.

"Hacer política es dialogar, negociar, hablar y ser responsable con su pueblo"

Y no quiero hablar sobre lo que creo que pasará mañana. Mucho me temo que mañana los altos cargos políticos de un lado y de otro, estos que se supone cobran por hacer política, estarán sentados en una sala, rodeados de su gente y bien arropados, viendo la televisión y dando instrucciones, asesorados por sus asesores de comunicación y de campaña. Los unos darán la orden a las fuerzas de seguridad para que no dejen votar, “sea como sea” les dirán. Y las fuerzas de seguridad tendrán que hacer su trabajo, porque es su trabajo. Los otros y a través de sus coordinadores en la calle y de mensajes en las redes sociales y en los medios dirán a las personas que quieren votar que “lo hagan como sea”. Y ellos, sentados en sus sedes, verán cómo la sociedad, las personas, se enfrentan entre ellos.

Voy a hablar de lo que realmente duele, de lo que realmente hace que este preocupada. Muy preocupada. Me preocupa ver que salgan coches de la Guardia Civil al grito de “¡A por ellos!”. Me preocupa ver en mis grupos de WhatsApp mensajes cada vez más radicales, de un lado y de otro. Me preocupa ver que, muy rápidamente, ya casi solo hay dos lados. O estas de uno o estas de otro. Me preocupa ver cómo nos presionan a las personas que queremos diálogo. De un lado y de otro. Las posturas se radicalizan. Los insultos y los desencuentros vuelan en Facebook. Y a los que como yo creemos en el diálogo, en el respeto a las leyes pero también en el respeto a la democracia, unos nos llaman fachas y “no catalanes”, otros nos llaman “polacos” y nos dicen que “a por los catalanes”.

Me preocupa ver la cara tranquila de Puigdemont en la tele, desviando la mirada a su entrevistador, frente a la cara de ansiedad y preocupación de un Jordi Évole cuando este le transmite su miedo por lo que pueda pasar. Me preocupa ver que la única respuesta que se está dando desde Madrid es enviar a Cataluña a otras personas, también del pueblo, para enfrentarse a lo que ellos no son capaces de enfrentarse. Envían policías y guardia civiles con todo su arsenal sabiendo perfectamente que eso no ayudará a resolver nada sino todo lo contrario.

"Quiero disfrutar de haber nacido en el Mediterráneo y enamorarme de las puestas de sol de Cádiz"

Me preocupa que se decida una declaración de independencia unilateral a pesar de una baja participación y de las pocas garantías de los procesos operativos de este referéndum. Sinceramente me preocupa ver cómo los políticos están poniendo su ego por encima de la responsabilidad y del sentido común. Por eso me siento en tierra de nadie. En esta tierra de nadie estamos los catalanes que queremos votar pero con garantías, como yo. Están los catalanes que quieren votar y seguir estando en España, y están los españoles que respetan otras posturas que no son las de enviar tanques ni más banderas. En esta tierra de nadie estamos los que por encima de las banderas y de las fronteras, valoramos la convivencia, el dialogo, el respeto, el debate, y priorizamos el bienestar del pueblo a los enfrentamientos. Pero sinceramente en esta tierra creo que cada vez somos menos.

Y eso es lo que debería preocuparnos a todos. Y no entiendo que no sea así. Porque un pueblo sin convivencia, sin dialogo, y sin respeto no avanza. Un pueblo donde hay más enfrentamiento que entendimiento no crece, no prospera, no evoluciona. En mi tierra de nadie yo no quiero banderas, no quiero fronteras, no quiero controles policiales, no quiero tener que tomar partido por uno de los dos políticos corruptos. Quiero convivir con las personas que tienen mi misma forma de ver la vida y con las que no. Quiero bailar sardanas y quiero bailar flamenco. Quiero disfrutar de haber nacido en el Mediterráneo y enamorarme de las puestas de sol de Cádiz.

Serrat ha pedido que no se utilice su canción como bandera. Y no lo voy a hacer. Porque no quiero banderas. Lo voy a hacer como homenaje a un cantante al que al llamado fascista por dar su opinión. Y cuando en un país no se puede dar una opinión personal libremente, ¿Eso sí es para preocuparse no creéis? Aquí acabo mi opinión, con esta canción. Su canción. Pero cantada por Estopa. Porque la convivencia se plasma en este tipo de piezas.

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