Empezar el verano dejando claro que nos la suda todo es una buena forma de iniciar esta época grande de nuestra comunidad autónoma. Rematar una gran ola de calor con una mayoría absoluta del Partido Popular es síntoma de ello.
La campaña política ha sido un despropósito. Desde candidatos con menos carisma que esos Pokémon que pasan desapercibidos de generación en generación, grupos políticos del mismo espectro peleándose entre ellos, formaciones que presentan las cosas fuera de plazo, partidos que presentan a una candidata a la que empadronan un cuarto de hora antes… Por favor, que yo me siento orgulloso de ser andaluz: no me hagan esto.
Pero es que el problema es ese. Parece que nadie nos enseña a ser críticos. Y si nos han enseñado a serlo, claro está que de poco ha servido. Y es que justo ese es el problema: que, para un gran colectivo, la política ha pasado de ser importantísima a ser completamente indiferente. Gente que renegaba del bipartidismo vuelve a sentirse cómoda en este. Jóvenes que se inclinaban por morados o naranjas, ahora les da igual la política. Imagino que es mejor que te gobierne quien vote el resto. De gente que deposita en las urnas una papeleta con la alineación del Real Madrid ya ni hablamos (ni una columna sin su cuña futbolística, perdón).
Lo peor es que ahora nos quedan cuatro preciosos años bajo el mandato del Partido Popular, pero no se me olvida que hay un porcentaje amplísimo de gente, los abstencionistas, a los que se la suda esto. Y eso que quien gobierne la comunidad autónoma, en un sistema político como es el nuestro, es de completa importancia. Pero bueno, hasta el verano de 2026. Y viendo como está el panorama, más que vamos a sudar.
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