No voy a negar que escribo este artículo con cierta tristeza. Las claves que vengo a aportar tienen un compuesto de decepción, impotencia y frustración. No voy a extenderme en hacer un repaso histórico de Podemos a nivel estatal, si queréis un extendido y buen análisis al respecto os recomiendo el escrito por Iñigo Errejón en el Jacobin.lat. Hoy, vengo a centrarme en la deriva estratégica del último año de Podemos Andalucía. Seguramente haya ideas que me deje en el tintero y otras que podrían extenderse hasta hacer un libro, lo aviso de antemano. Quizás, se pueda pensar que este proceso es similar al que han vivido otros territorios, pero discrepo. Creo que en Andalucía se ha vivido un proceso particular en el espacio de las izquierdas en 2020. Empecemos.
Primero, poner un poco de antecedente. Desde 2016, Podemos Andalucía tuvo como dirección a una corriente política muy distinta a la dominante a nivel estatal. Aunque algunos la llamaran Anticapitalistas, muchas veces con el objeto de estigmatizar, la verdad es que estaba compuesta por mucha gente ajena a dicha organización que compartía sus tesis. Las diferencias más importantes entre la dirección andaluza y la estatal se basaban en la lucha por la descentralización del partido, hacer de Podemos una organización federal y plurinacional, y el otro punto era la relación con el PSOE.
Desde la dirección estatal, liderada por Pablo Iglesias, se apostó por la vía de la coalición en minoría. En Andalucía veníamos de la hecatombe de Izquierda Unida gobernando en minoría con PSOE, así como la experiencia misma en muchos municipios. Entre el constante incumplimiento de la falta de descentralización, y el acuerdo de gobierno de coalición PSOE-UP, aquella dirección apostó por su salida del partido.
El principal error en el que haré hincapié, la falta de descentralización del partido, la cual secunda la actual dirección de Podemos Andalucía. Esta se debe a la adopción del estalinismo político, que no es más que control orgánico por parte del aparato central para control ar la dirección política de toda la organización. El uso de mecanismos burocráticos para tener el control absoluto. Este control se hace patente cuando se guardan para sí censos, cuentas y fórmulas de todo o nada para elegir la dirección estatal, candidatos a las Cortes Generales con sistemas de listas de circunscripción única y planchas, donde quien gane se lo lleva todo, sin tomar en cuenta a los territorios. Presiones, guerra interna, filtraciones a prensa, con las corrientes que discrepen. Y no hablemos de las consultas sin debate político, como una forma de refrendar posiciones ya consolidadas. Esta ha sido la forma central de funcionar a la interna desde finales de 2014 (Vistalegre I), dando como resultado un partido que cada vez más ha funcionado a través de cargos públicos, orgánicos y liberados.
Adelante Andalucía nació con la intención de superar el techo que ya había tocado Unidos Podemos (y se ha demostrado con el tiempo), tener autonomía política y organizativa, ampliar la base social y sus alianzas, ser alternativa al PSOE, y agarrar una bandera andaluza llena de contenido político y popular, maniatada por el Partido Andalucista y el PSOE-A, y que hoy, hasta Juanma Moreno intenta izar. Esto ya se discutía en 2017, y hoy vivimos una inminente ola cultural andalucista, no se iba por mal camino.
En el ecuador de la legislatura PSOE-Cs, tras una de las guerras más sucias llevada a cabo por el aparato estatal, Adelante Andalucía nace en un verano de 2018. No sería sincero si no señalara la falta de generosidad por parte de la anterior dirección de Podemos Andalucía e IU con las fuerzas andalucistas en la confección de las listas para aquellas elecciones andaluzas. Los resultados electorales que se cosecharon ese diciembre de 2018 fueron objeto de críticas nada constructivas y pedida de dimisiones. Vista con perspectiva, Adelante Andalucía sacó los mejores resultados autonómicos de un espacio del cambio que ha visto su extinción en varias comunidades autónomas e irrelevantes en otras. Hoy, Adelante se ve refundada tras un proceso de fragmentación, tribunales, purgas, persecución política y desgaste, que ha durado casi un año.
En mayo de 2020, tras la elección de una nueva dirección de Podemos Andalucía, donde las alternativas hacían aguas a la candidatura oficialista, su nuevo aparato adoptó la vía estalinista que ya venía aplicando su corriente a nivel estatal, decidieron dar un giro de 180 grados a la dirección anterior y a la construcción política realizada. Para esto contaron con un socio necesario, Izquierda Unida, que en un principio había construido Adelante, y tras el gobierno de coalición en Madrid, dan un giro en sus tesis y comienzan a denominar a Adelante Andalucía como la “Unidas Podemos del Sur”. Apuestan por elaborar en Madrid las listas de las circunscripciones andaluzas para las elecciones generales, viran a una postura de posibilismo y acercamiento al PSOE-A, y un posible futuro gobierno con ellos. De hecho, Unidas Podemos encuentra su techo electoral donde ya lo hizo IU, y es precisamente por repetir los mismos errores en torno a la independencia del PSOE, y situarlo en el espacio político del “cambio”, dibujarlo de nuevo como un partido capaz de resolver los grandes conflictos de nuestro tiempo.
En esta deriva “estala” encontramos, precisamente, el segundo error que hace inconcebible la “unidad de la izquierda”. Podemos e IU presentan la unidad de la izquierda como un dogma u horizonte fetiche que traerá el Edén al proletariado. Palabras vacías que esconden el verdadero significado, “la unidad pasa por mí”. De hecho, no ayuda a la construcción de la unidad la “purga” y “persecución” que se ha vivido en Andalucía. La purga empezó con la expulsión de los diputados de Adelante Andalucía a la bancada de no adscritos y recortar sus derechos parlamentarios de participación. Tras ello les tocó el turno a los concejales de distintos grupos municipales, como el caso de Sandra Heredia (Sevilla), Jesús Amador (Huelva) o Ángel Cardiel (Jerez de la Frontera).
Creo que había otros caminos a tomar. La construcción de la unidad se debe hacer desde la pluralidad y el entendimiento, con altura de miras, respetando a cada organización. Tal vez, hubiese sido más fácil si desde primera hora la voluntad de construir unidad y espacios de encuentro hubiesen pasado por alguno de los siguientes escenarios:
1. La construcción de Adelante Andalucía como proyecto andaluz y andalucista capaz de conformar una alianza político y social, transversal y amplia para intentar llegar a todos los municipios de Andalucía y convertirse en el medio-largo plazo en una alternativa real de gobierno que no pasara por el PSOE.
2. La construcción del espacio de Unidas Podemos por Andalucía y relacionarse con Adelante Andalucía, concejales y parlamentarios antiguos de Podemos desde el compañerismo y bajo un acuerdo programático para llevar a cabo trabajo e iniciativas conjuntas.
El tercer error que quiero señalar es la concepción del PSOE como un partido con el que construir una alternativa de gobierno en nuestra tierra. Unidas Podemos ha abandonado la posibilidad de convertirse en una alternativa al PSOE. Ser posibilistas es aceptar un marco de derrotas. Las frustraciones y la indignación que producen en la sociedad gobernar y no solucionar nada es abonar el campo a la derecha y el neoliberalismo. Se ha renunciado superar el régimen del 78 y el Estado Liberal por conformar gobiernos “alternativos” a las derechas. El miedo a la derecha y a la extrema derecha les hace ser más conservador es y menos ambiciosos (ese miedo cultural al fantasma del comunismo), pero realmente las propuestas que benefician a la gran mayoría social son las que pueden establecer el camino. Por lo tanto, la mediocridad de propuestas políticas que terminan siendo más estéticas que transformadora, como llamar despido “prohibido” a los despidos “improcedentes”, hablar de escudo social y paralización de los desahucios cuando no son reales, un IMV insuficientes, una Ley de Transición Ecológica estética, así como unos fondos europeos que repercutirán en las grandes corporaciones. Son derrotas y retrocesos.
Un gobierno con el PSOE es un corsé que incapacita para dar soluciones reales a los principales problemas de nuestra época. En unos tiempos donde la socialdemocracia es vestida con comunismo radical, UP ha decidido vestirse de lobby socialdemócrata del PSOE. En el intento tacticista de Pablo Iglesias por ser gobierno y oposición, la realidad es que Podemos va camino a la extinción. Ante el vaciamiento de los círculos, Izquierda Unida ha ocupado un papel estructural de base que se va a ver recompensado. Unidas Podemos va a tener lidiar con un PSOE liderado por Juan Espadas, artífice del pacto con PP y Ciudadanos que va a modificar la ley de suelo andaluza a favor de los intereses económicos y urbanísticos de las grandes corporaciones. Un PSOE dispuesto a ser socio del gobierno de Juanma Moreno, del que no podemos olvidar su gobierno de treinta y siete años en Andalucía.
No sería honesto no señalar algunos errores de la dirección política anterior. En primer lugar, creo que no se supo canalizar la presencia militante vertebrada a lo largo del territorio. Las diferentes iniciativas municipalistas o de trabajo con los diferentes movimientos sociales acababan en el recorrido de una PNL, una moción en un pleno de ayuntamiento o una rueda de prensa con el representante público de turno. En un territorio como el andaluz, la importancia del trabajo red en la población rural es fundamental, y quedó en el olvido, más allá de una secretaria de municipalismo que no terminó de funcionar.
La falta de un horizonte estratégico y la elaboración de un programa de transición que plasmara como sería la Andalucía que queremos. Hablar de soberanía sin dar respuesta en lo concreto, en torno a propuestas alternativas de servicios públicos comunales, una nueva configuración de la autonomía local o hacer una propuesta seria de reforma agraria que pase por la colectivización de la tierra. La construcción social fue sustituida por la institucional, por la respuesta del día a día a los debates del Parlamento que poco interesan a la sociedad andaluza, por desgracia. Eso recuerda otra de esas tareas pendientes como impulsar nuevas formas de comunicación propia.
La construcción de Adelante Andalucía no está siendo exenta de errores, a mi parecer, y algunos parecidos a lo que ya fue Podemos Andalucía en su etapa anterior. La construcción de la organización, como pasó con Podemos Andalucía, vuelve a poner el peso de la representación en Teresa Rodríguez. Puede verse como lógico, que en tiempos donde los proyectos políticos son sustituidos por la comunicación política y los rostros, Teresa o Kichi son las opciones que pueden lograr algún rédito político en unas futuras elecciones. He ahí de nuevo el error.
La configuración del nuevo espacio no puede parecerse a una coalición electoral, preparada para enfrentar la próxima campaña electoral con la esperanza de sacar un par de escaños. El andalucismo debe tener como tarea la construcción con vista larga y anclaje. Si el centro de la construcción vuelve a pasar por las tareas parlamentarias, se perderá la oportunidad de crear un movimiento transversal que supere las formas partidos, capaz de llegar a todas las capas de la vida social, a través de los conflictos laborales, comunicación, ocio, cultura, etc. Todo espacio político tiene presente su anclaje social. Poco servirá tener presencia parlamentaria para compartir en intervenciones en Twitter o Facebook. Adelante debe aprender de los vicios y errores de Podemos Andalucía en su etapa anterior y la actual, si no quiere volver a repetir la historia.