Hemos comenzado la etapa post 23-J con una mala noticia. El recuento de los votos CERA en Madrid ha puesto más complejo el panorama al perder un escaño PSOE y ganarlo PP.
Ese escaño ha supuesto un agravio para nuestra democracia, porque es el del diputado tránsfuga de UPN que fue comprado por el PP para que no saliera una reforma laboral, que por cierto se ha demostrado muy beneficiosa para los trabajadores de este país.
La ciudadanía ha frenado aunque sea por los pelos, la posibilidad del tremendo peligro que suponía un gobierno de la derecha extrema del PP y la extrema derecha de VOX. Un siniestro gobierno con Feijóo de presidente y Abascal de vicepresidente.
El PP por boca del patético Borja Semper se había hartado de lanzar que iban a obtener por encima de 160 o 165 escaños, incluso cuando se les calentaba la boca mayoría absoluta y se han quedado a medio camino. Han ganado sí, pero sin capacidad para gobernar.
Ayuso y su secuaz MAR ya estarán diseñando la estrategia para preparar la guillotina por la que pasarán las cabezas de Feijóo y los suyos, como antes pasaron las de Casado y su gente. Son conscientes de que si hay un presidente del PP en el futuro será mujer y se llamará Isabel.
Ver su imagen y la de Martínez Almeida en la celebración del balcón de Génova la noche electoral, alejados convenientemente de Feijóo ya lo decía todo. Estaban observando el lugar de su espalda donde clavar los puñales como Casio y Bruto a Julio César.
El caso es que lo que parecía imposible en la noche depresiva del 28-M lo ha sido este 23-J. La jugada maestra de Pedro Sánchez adelantando las elecciones le ha salido, nos ha salido bien.
¿Suerte, coraje, miedo a lo que podía venir? Puede que un poco de todo.
¿Y ahora qué?
La patata caliente le llega al monarca Felipe VI. Feijóo se presenta con 171 apoyos para su investidura; PP, VOX y UPN mientras que CC asegura que no apoyará si está VOX, por su parte Sánchez lo puede hacer con 178; PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG.
Algunos como el propio Otegi o el BNG lo han dejado muy claro, harán lo que haga falta para que las derechas no gobiernen, otros como PNV lo piensan también y ERC no lo dice pero la dirá.
Blanco y en botella, debe presentar a Pedro Sánchez.
Después toca “buscar votos hasta debajo de las piedras”, más bien “pactar hasta con el diablo”.
Sólo que convencer a Puigdemont y su Junts, cueste lo que cueste, puede tener un precio no asumible por un estado democrático. Pero la alternativa es mucho más terrible y lo justifica sin duda.
Debemos tener en cuenta que en su interior conviven dos almas, una más radical a la hora del posible acuerdo que representan Puigdemont y los suyos y otra más pragmática con los restos de la antigua Convergencia, Trías, Artur Más, etc.
Conviene recordar que además una parte de la burguesía catalana y su empresariado los apoya y financia y no creo que están para aventuras suicidas, especialmente después de escuchar a Abascal asegurar que con ellos en el gobierno arderán las calles de Catalunya, o plantear que su intención es suprimir las autonomías.
Da la sensación que lo que más les preocupa es la situación judicial que tiene los propios Puigdemont, Comín, Ponsatí y especialmente los cerca de 2.000 simpatizantes implicados en causas judiciales por el “Proces”.
Eso tiene una mejor solución que la imposible independencia, para la que en el mejor de los casos se necesitarían los tres quintos del parlamento y por tanto los imposibles votos de PP.
Beneficia además que la negociación sea conjunta con ERC también situado en el pragmatismo.
Después si somos capaces de conseguirlo tendremos una nueva legislatura para solucionar el último gran problema heredado de nuestra Transición, las tensiones centro-periferia y en esto también Junts tiene mucho que decir.
Será un nuevo reto para todos construir lo que somos, un país de países, plural y plurinacional, cuestión ésta que no alcanzan a entender PP y especialmente VOX. Esta es la oportunidad que la ciudadanía nos ha dado.
Quizás sin alejarnos de la Constitución podamos explorar el artículo 92 para poder realizar la consulta que se exige especialmente desde Catalunya (en Euskadi están en posiciones más pragmáticas).
También avanzar en un pacto presupuestario con audacia e imaginación.
Además de otros elementos no por menores menos importantes, como aplicar esa Constitución a las intervenciones en Congreso y Senado aceptando la variedad y riqueza de este país en lo que a lenguas se refiere.
Por eso si hay que pactar con el diablo para lograr la investidura de Pedro Sánchez, pues se pacta, porque una vez excluida la posibilidad de que gobiernen PP y VOX la alternativa de nuevas elecciones es cuando menos peligrosa.
Para finalizar debemos ganar la batalla del relato lanzando a la ciudadanía el interrogante: ¿qué es peor gobernar con fascistas para lograr el poder, o pactar con nacionalistas aunque sean radicales? ¿Qué resulta más peligroso para nuestro país (ponga aquí cada cual lo que desee)?
Veremos.
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