No hay vida sin pérdida: el duelo ante la pérdida

La sociedad necesita hoy profesionales sanitarios, médicos y enfermeras que, además de técnicamente competentes, sean compasivos

Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

No hay vida sin pérdida: el duelo ante la pérdida. Una persona ingresada en un hospital.

Hace una semana estuve en Palma de Mallorca en un diálogo alrededor del duelo. Hablando de conceptos y de ejemplos. Recorrimos la vida y la muerte. Nos acercamos a momentos duros y difíciles como los del suicido. Afrontamos la pérdida ligada a momentos duros como fueron los de la pandemia. Hablamos de todo ello desde diversas perspectivas como la de la psiquiatría, la psicología o la salud pública. 

Partimos del concepto de que el duelo es un proceso, es lo que hacemos cuando tenemos una pérdida. No hay vida sin pérdida. Y en ese duelo, la muerte tiene efectos muy claros.

Ante una pérdida, en una situación de duelo, todos y todas necesitamos nuestro tiempo de asimilación y elaboración, unos más extensos que otros, lo importante es respetarlo, y no acelerarlo o posponerlo, sino manteniendo un cierto equilibrio. Atravesar por un proceso de duelo o pérdida necesita de un período de adaptación emocional necesario, pasando por una serie de etapas.

Y con el tiempo, tras haber superado ese momento difícil, seremos capaces de confiar en nuestra capacidad de sobreponernos a nuevas dificultades. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y aunque las dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más vulnerables, el hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y confianza. El dolor y la tristeza es algo natural en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas.

Claves que ayudan a salir fortalecido y lo menos afectado posible de los momentos de crisis:

- Resiliencia: La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado por ellas de manera positiva. Es el proceso por el que somos capaces de adaptarnos de la mejor manera posible a la adversidad, a una situación traumática, una tragedia, amenaza, o problemas familiares graves o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras.

- Ver más allá del momento y de lo obvio: No podemos en muchas ocasiones evitar que ocurran circunstancias negativas que no dependen de nosotros, pero si podemos manejar la manera como reaccionamos ante estas. Nuestros comportamientos guiados por nuestros valores, es lo que nos ayuda a conseguirlo por lo que queremos y no por evitar las sensaciones, emociones o pensamientos negativos.

- Pasión por los ideales y metas: Hay que tener metas realistas en relación con nuestros valores. En vez de enfocar nuestros esfuerzos en objetivos que resultan muy difíciles que consigamos centrarnos en las cosas que tenemos más probabilidad de lograr hoy y que se aproximen en la dirección hacia la cual queremos ir.

- Valentía y autoconfianza: Tenemos que buscar oportunidades para descubrirnos a nosotros mismos. Cuando nos vemos en la tesitura de luchar contra la adversidad, seguro que aprendemos algo nuevo sobre nosotros mismos. Está demostrado que un porcentaje significativo de las personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han mejorado en el manejo de sus relaciones personales, han tenido un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida.

Existe una dualidad entre la alegría de la vida y el dolor de la pérdida, así como sobre la fragilidad de la existencia y la inevitabilidad de la muerte. Así nos viene a la cabeza la inmortalidad de los recuerdos y la impermanencia de la vida. Es una combinación de belleza, melancolía y profundidad al tocar temas universales como el amor, la pérdida y la búsqueda de sentido de la vida.

Hablar de duelo es hablar de la vida y la muerte, de las relaciones entre hombres y mujeres, de la ciencia y de la sabiduría. Y ello implica superar el dolor y el duelo y de la importancia de disfrutar plenamente de la existencia. Buscamos en ello, reminiscencias personales, anécdotas, mención a amistades y fotografías desde un punto de vista íntimo y auténtico.

Es normal pasar por un período de duelo y silencio. Sin embargo, es necesario reinventarse, enfrentar la adversidad y encontrar nuevas formas de afrontar la vida. Cambiar de ciudad, aferrarse a la familia y las pasiones, buscando la alegría y compartiendo el deseo de vivir con optimismo, ayuda.

Se trata de recoger emociones, pensamientos, recuerdos y experiencias relacionadas con la pérdida de un ser querido.

En las últimas décadas, los rituales y símbolos que solían acompañar la muerte han desaparecido, convirtiendo la muerte en un tabú. De esta manera, se ha alejado a las personas que están experimentando el duelo de la sociedad, dejándolas en soledad y sin herramientas para afrontar su pérdida.

Y la medicina no solo debe centrarse en curar, sino también en garantizar una muerte en paz y aliviar el sufrimiento asociado.

Implica hablar abierta y honestamente sobre la muerte en la vida cotidiana y cuando se enfrenta una enfermedad grave en la familia. Para ello, es necesario recuperar los rituales de despedida y velatorios, así como la preparación para afrontar la muerte, tanto a nivel personal como en la sociedad en general. 

Es importante también, comprender y apoyar a las personas que se encuentran en ese proceso, especialmente en situaciones de pérdida traumática. Ayudarlas a sobrellevar el sufrimiento y encontrar la posibilidad de crecimiento y transformación a través de la experiencia.

Comprender la complejidad del duelo y aprender a proporcionar apoyo terapéutico efectivo en estas circunstancias, no es fácil. Esto incluye el abordaje de los aspectos más traumáticos del duelo, así como la reconstrucción de nuevos significados, el crecimiento y la transformación personal.

A pesar del sufrimiento que conlleva la pérdida de un ser querido, esta experiencia puede ser una oportunidad para generar cambios positivos en la vida de las personas en duelo. A través de la terapia y el acompañamiento adecuado, es posible ayudar a las personas a atravesar el proceso de duelo de una manera que les permita encontrar nuevos significados y crecer a nivel personal y en sus relaciones personales.

En el proceso de duelo y en los procedimientos que deben emplearse para que las personas puedan afrontar la pérdida y el dolor asociados con ella.

La sociedad necesita hoy profesionales sanitarios, médicos y enfermeras que, además de técnicamente competentes, sean compasivos y entiendan cómo su trabajo intersecciona con la cultura de la que forman parte. Profesionales sanitarios que puedan trabajar con empatía con personas en sufrimiento.

Seguro que nos gustaría saber qué frases son adecuadas para alguien que está pasando por un duelo.

Y preguntarnos ¿Cuántas veces nos ha pasado que intentamos desahogarnos con alguien y acabamos consolando al otro? ¿Alguna vez hemos sentido que necesitábamos simplemente ser escuchados y no que nos dieran consejos? ¿Hemos vivido en nuestra propia piel la falta de atención real cuando la hemos necesitado? 

Las palabras pueden ser hojas de doble filo, pueden dañar o pueden sanar. Pueden aliviar o pueden generar un peso a quien las usa o las escucha. Las palabras liberan pero también las palabras pueden volverse contra el que las pronuncia o el que las escucha. Las palabras pueden generar oportunidades o condenarnos; salvar o hundir.

Y hay frases que no ayudan a una persona en duelo, como por ejemplo:

-Ahora tienes que ser fuerte

-Intenta distraerte

-Ya verás como el tiempo lo cura todo.

-Ahora ya no sufre.

-Ahora podrás ayudar a otros padres, hermanos, hijos, etc.

-¡Eres joven! ¡Seguro que te recuperas! Puedes volver a casarte, a tener hijos…

-Tienes que recordar las cosas buenas

-Los niños son pequeños, NO se acordarán de nada

 

Ante las palabras, las lágrimas. Las lágrimas nos liberan, nos dejan fluir, nos limpian por dentro. Permitir que la otra persona llore es también un trabajo personal, igual que lo es permitir la tristeza o el silencio.

Se trata más bien de facilitar el duelo, de ir quitándole capas a la rabia, intensidad a la desesperación y a ese bloqueo que nos impide respirar…