Cómo te cuento ahora que votas por primera vez, cómo te cuento ahora en este contexto, con una amalgama de partidos, con el aliento de la extrema derecha en la nuca, con la precariedad y la mordaza casi asimiladas. Cómo te cuento que lo del voto útil es mentira. Que lo hemos vivido antes, que otras generaciones ya se vieron engañadas.
En mi casa nunca se votó al PSOE. Al menos que yo lo recuerde. En mi casa nunca se votó al PSOE, pero siempre le tuve un enorme respeto a los socialistas de base, a la militancia de corazón, a esos que creyeron en su partido como un vehículo de transformación social, a quienes se implicaron puntualmente para cambiar la realidad, a quienes no usaron sus siglas como una empresa de la que vivir toda su existencia, a quienes no cambiaron de principios y de candidato, adaptándose al entorno para no verse en el paro, sin conocer más empleo que el otorgado bajo el paraguas del aparato. A quienes no se aferraron a ningún sillón y dieron la cara por un mundo mejor.
Cómo te cuento que esto que sufrimos ahora ya nos pasó otras veces. No es la primera vez. Te juro que no. Aquí mismo, en mi ciudad, a mis paisanos, en mi barrio. Aquí mismo, justo en la carretera industrial muy grande y en letras negras hicieron una pintada en la que se leía "Felipe cabrón". Aquel Felipe era Felipe González, primer presidente socialista de la Democracia. Aquel cabrón llevaba la impotencia y el enfado del trabajador que se siente traicionado.
Nos echaron a la calle. Te echaron a ti, me echaron a mí, echaron a nuestros hermanos y nuestras hermanas. Nos echaron bajo el eufemismo de reconversión industrial. Nos echaron los socialistas y obreros, hundiendo a esta Bahía en un pozo del que aún no se ha recuperado, que sigue sufriendo, que sigue arrastrando. A Felipe, en cambio, podrás verlo cualquier verano con un puro en su yate.
Cómo te digo que aquello no fue una acción puntual. Que ha habido otras veces, otras oportunidades. Cómo te cuento que el siguiente que llegó, Zapatero, cuando tuvo que elegir bando, cuando vinieron mal dadas y de verdad había que posicionarse, otra vez nos traicionó. Fue en agosto de 2011. En agosto, el mes que usan los políticos para lavar sus vergüenzas, para disimular el estropicio. Fue en agosto de 2011, cuando más golpeaba la crisis, cuando más gente perdía el empleo y sus casas, cuando más miedo e incertidumbre existía. Y en ese contexto, en el contexto que más se necesita a la izquierda, aprobaron la reforma del 135. Una reforma que viene a significar que los bancos y sus necesidades económicas están por encima de las personas. Ahogando en la pobreza, ahondando en los desahucios, abriendo la herida de la que ya salía sangre a borbotones. Blindado los privilegios de los ricos.
Cómo te explico lo del voto útil. Cómo te explico que no es la primera vez que intentan vendernos una ilusión, que no es la primera vez que un partido hundido por sus desaires a los de abajo es recuperado por conglomerados de la comunicación como Prisa, ya sabes La Ser o El País, que ponen en marcha todo su aparato para lavar la imagen, para hacerte creer otra vez, para convertirse en cómplice y en actores necesarios.
La historia se repite como en Cien Años de Soledad para que más generaciones venideras vuelvan a sentir la decepción en sus huesos. Para volver a echarse en brazos de la derecha cuando vienen mal dadas, para pactar con Ciudadanos a la primera de cambio y tener la desfachatez de venderte que es un Gobierno progresista, para regocijo y alivio de tantas puertas giratorias. Ya hasta disimulan menos, ya ni su programa deroga la reforma laboral o la Ley Mordaza. Ya ni dejan zarpar al Open Arms.
Cómo te explico que no es útil. Y cómo te explico que aunque el mundo parezca viejo, en realidad es tan joven que muchas cosas están por decidir. No tienen nombre. Lo puedes poner tú.