Sí, esos sonrientes y profesionales que se encargaban de tí y de toda la familia en esos momentos delicados y dolorosos en los que te encuentras perdido, tal vez por el desconocimiento o tal vez por conocer lo que viene.
Quizás siempre que hable contigo parezca que es a toro pasado porque hace un año y varios meses que te fuiste. Pero tú sabes bien que no es así, sino que me voy acordando de cosas que, por que la vida es así, me llevan a tí. Y fue lo que me pasó el otro día, que me terminé acordando de ese tiempo que compartimos entre esos “locos” de bata y pijama. Sí, esos sonrientes y profesionales que se encargaban de tí y de toda la familia en esos momentos delicados y dolorosos en los que te encuentras perdido, tal vez por el desconocimiento o tal vez por conocer lo que viene. Esos “locos” que hacen esas cosas por vocación, porque, como me dijo uno un día, dedicarse al sector sanitario es apasionante y gratificante.
No te voy a mentir, y más un de año después. Es verdad que cuando entré allí en mi cabeza rondaba la mala reputación de la sanidad en Andalucía... pero tengo que reconocer que a base de trabajo y humanidad me hicieron olvidarme de esa mala imagen de recortes, camas cerradas o listas de espera. Porque la humanidad es todo, porque cuando nos cogían de la mano, ya no nos soltaban hasta ver que todo estaba controlado y se convertían en la esperanza a la que agarrarse.
Y es que esos “locos” de bata y pijama hacen magia. Porque la magia no está detrás de una carta de póker o dentro de una chistera, la magia está en el calor recibido para poder pasar un día tras otro a los pies de la cama de un hospital. En esos momentos, la magia no está en un diagnostico o un tratamiento, la magia está en una sonrisa, una mirada, una agarrada por el hombro, una palabra de ánimo o en una buena dosis de humanidad. Como cuando vi a una enfermera aplicar con su propio cuerpo calor a una bolsa de sangre que iba a transfundir. Un pequeño gesto que ellos, los “locos” de las batas, saben, de manera innata, cuando hacerlo.
Todavía recuerdo esa noche de Reyes como iban generando ilusión para los más pequeños. Con qué naturalidad regalaban sonrisas. Con qué pasión ponían corazón a esos pasillos de un lugar que parece tan descorazonador. Es verdad que no nos dio tiempo a hablar de este tema en su momento, pero los dos sabemos, aunque sea por experiencia, que esos “locos” de bata y pijama que son los médicos, enfermeros, auxiliares y todo el personal sanitario son la gran esperanza de todas las familias que sufrimos la hospitalización de un ser querido.
Y por eso hoy, en tu nombre y el de toda la familia, debo darles las gracias, a los de la sonrisa permanente y los ánimos sin fin, a los que te hacen la vida más fácil, a los que regalan en cada hora de la jornada laboral lo mejor de su trabajo... en definitiva, a los que derrochan humanidad.