Me deja hundido. Uno de cada tres menores en España es pobre. Según el informe de Unicef Equidad para los niños, estudio realizado en 41 países desarrollados de la UE y de la OCDE, el 36% de los menores españoles vive hoy en riesgo de pobreza o exclusión social, una cifra que multiplica por tres a la de los mayores de 65 años. Sólo están peor respecto a la pobreza infantil en Europa cinco países: Rumanía, Bulgaria, Hungría, Grecia y Macedonia. Vuelvan a leer el párrafo por favor. No entiendo, vuelvo a insistir, cómo aguantamos tanto en España. De corazón.
Estamos a la cola de los países de la Unión Europea con más desigualdad infantil en términos de ingreso y satisfacción vital. Esta es la conclusión del informe. El caso de España revela grandes inequidades entre la población infantil por lo que UNICEF hace un llamamiento a los responsables políticos para que aborden con urgencia la situación de los niños que viven en pobreza y exclusión social. Espero que todos nuestros líderes, emergentes y veteranos, lo lean.
Escucho ahora las doce canciones de Nuevo ciclo, 46 minutos, gran disco de Chambao. Búscalo en Spotify.
Te digo que si piensas que tienes mala suerte por tropezar siempre con los mismos idiotas es que tienes que cambiar de aires cuanto antes. Si sientes que te falta el aire es que necesitas respirar libertad, si no eres feliz pónte a ello sin dudarlo, pelea y busca gentes que te hagan sentir bien de una vez, sin límites.
Si te hacen daño defiéndete con todos los recursos a tu alcance, te sorprendería comprobar la reacción de esos indeseables cuando les das un poco de su misma medicina. Y ya tengo ganas de darle a alguno, porque se lo merece sin piedad.
Pero sobre todo no dejes nunca de ser como eres, en esencia una buena persona, fuerte y capaz de afrontar todo lo que haga falta de la mano de quienes amas. Y ama, por favor, ama sin miedo porque eso y poco más es lo que te vas a llevar.
Y cuando vayas a votar hazlo esta vez con un poco más de mala leche y memoria, sobre todo. No me cansaré de recordarlo hasta saber lo que pasa de una vez.
Veo que hay miedo entre algunos colegas, porque quizás no recuerden –salvo cuando escuchan a algunos periodistas valientes en cadenas generalistas- el sabor de la libertad de informar con valentía y respeto. Y saben que eso, más temprano que tarde, va a extenderse por estos lares. Los periodistas escribimos sobre otros trabajadores como si no lo fuéramos. Y lo somos. Con sus mismos problemas.
Aquí no hay cojones ni ovarios de hacer una huelga como en un país serio, reclamando la aplicación de convenios, garantías de libertad, dignidad. Se nos va el tiempo hablando de lo mal que lo pasan otros y otras, pero ¿qué hay de la crisis que se ha llevado y se lleva por delante miles de compañeros y compañeras con enorme talento? La inteligencia, la experiencia, la agenda y la capacidad de contar historias que emocionen, es lo que vale. Y en eso no hay edades, créanme. Seas junior o senior o tienes alma de periodista o no la tienes. Punto.
La verdad tarda pero se abre camino y entonces quedan al descubierto las carencias intelectuales, profesionales, emocionales. Todas. Si sales al ring, al campo de juego, al escenario, al estudio de radio o televisión, a las redes, a tu despacho, has de hacerlo como si fuera tu último día, dándolo todo de una vez. No te dejes nada atrás, porque si somos fuertes caerán los miserables. Seguro.
Un selecto cabroncete, empresario retirado, puterillo en garitos de Madrid y Barcelona, un miserable, me dijo un día que lo malo de algunos periodistas “es que si tienen que contar algo lo van a terminar contando y no tienen amigos”.
Otro personaje de la provincia, ex alcalde, se cabreaba como un gato montuno al ver que precisamente sus periodistas ‘amigos’ eran los que más le zurraban, sin contemplaciones en su juicio. “Normal”, le dije, “¿qué esperabas? Les has decepcionado como político y como amigo y eso es letal”. No lo entendía.
¿Se han fijado que apenas se produce una defensa del ejercicio del buen periodismo por parte de esos políticos nuevos y viejos? El papel que la sociedad nos encomienda es muy especial, pero no más que a otros colectivos. Sin embargo nadie repara en que la precariedad no garantiza la libertad, la calidad y veracidad de la información que se ofrece. Hay que sobrevivir, pagar hipotecas. Es así.
España necesita un tsunami de dignidad y libertad, de generosidad y consenso, no un espectáculo de egos. Algo tiene que pasar, de una puta vez, que nos sacuda el alma y nos devuelva la ilusión. Anoten una fecha: 23 de abril.
Leo sondeos y encuestas, adopto posiciones sesudas ante terceros y lo hago con desapego, pero no me los creo, porque el cabreo del personal comienza a ser de aúpa y no es cuestión de candidatos o candidatas.
España es como un bolero a quemarropa, agridulce, que bailan para nosotros sin pensar en el daño que hacen. Los telediarios, tan imprevisibles y vomitivos, el Gobierno en funciones que se rebela y no rinde cuentas, la oposición que no sabe qué hacer, las calles arden en deseos de avanzar. Una locura.
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