Ha comenzado abril con la noticia de que se ha activado en la mayor parte de Andalucía un Plan de Choque para acabar con uno de los males endémicos de nuestra sanidad: las listas de espera.
Su objetivo principal no es otro que reducir los tiempos en consultas de especialistas, pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas: más de doscientos quirófanos se pondrán a disposición, para alegría de los pacientes, por las tardes y también los sábados.
La medida, a priori, parece efectiva y puede que sus resultados se aprecien a corto plazo. Todos, quien más, quien menos, tendremos a un familiar, amigo o conocido al que hayan llamado, para su sorpresa, a fin de agilizar su solicitud. Sin ir más lejos, mientras escribo esto, mi hermano está siendo intervenido de un ojo en el Hospital de Jerez.
Paralelamente, hoy he tenido que informar a un cliente de una cita con la Administración.
Les doy más detalle:
Padre divorciado, que solicita abogado y me es designado, vía turno de oficio, el pasado 2 de febrero de 2018. Quiere reanudar las visitas con su hijo menor de 9 años. Su vida, tras superar una penosa enfermedad, ha mejorado. Después de pedirle la documentación necesaria, interpuse la demanda el 27 de febrero. Tras la contestación a la demanda, se nos emplazó para la celebración de la vista el pasado 26 de noviembre.
Obsérvese que son ya 9 meses los que van transcurriendo, sin que el padre pueda ver a su hijo con la frecuencia que él quisiera. Ve a su hijo en la puerta del colegio, o va a verlo a jugar al fútbol, medio a escondidas, dos tardes por semana. Los encuentros se hacen más repetitivos, pero duran poco. El padre sufre estoicamente, en silencio, pero apela a la paciencia (la más heroica de las virtudes); y sobre todo, apela a la esperanza, y a que pronto se normalice la relación con su único hijo.
El día del juicio, la parte contraria solicitó la exploración del menor por el equipo psicosocial. Se admitió por el Juzgado de Familia, y ahora, para tristeza del padre, la Junta de Andalucía cita al menor en el equipo psicosocial de… ¡Algeciras! El próximo… ¡9 de julio de 2019!
Impotencia, rabia y ansiedad son, como mínimo, los sentimientos que tiene el padre ahora mismo. No comprende el porqué, si su expareja también tiene abogado de oficio, y si además no cuentan con recursos económicos suficientes, tiene que desplazarse hasta el Campo de Gibraltar y hacer 200 kilómetros para que su hijo, que no tiene 10 años aún, se someta a una evaluación que, aunque amigable, no olvidará nunca.
¿Por qué no hay en Jerez un equipo psicosocial adscrito a su colapsado Juzgado de Familia? (tramita en torno a 3.000 asuntos al año) No he sabido responderle. ¿Cuándo se señalará fecha para el nuevo juicio? Tampoco supe articular palabra. “Esperemos que antes de 2020”, es lo único que he acertado a contestarle.
Cuando el padre, con los ojos vidriosos, haciendo mentalmente la cuenta de que va a llevarse otro año más sin poder disfrutar de la compañía de su hijo, ha abandonado mi despacho, se ha quedado flotando en el ambiente una sensación extraña. Le costará recuperar la sonrisa, si a estas alturas es recuperable.
La solución, como casi siempre, es una cuestión de voluntad política.
Necesitamos, con urgencia, un Plan de Choque en nuestra Justicia. Que acabe, de una vez por todas, con una de las listas de espera más dolorosas que existen: las emocionales.
Mario F. Rosado Armario es abogado