El candidato y presidente en funciones tiene muy claro que ejerciendo de Papá Noel puede traer grandes regalos para España: Naranjito en cada casa.
Para sorpresa de algunos –y no de otros muchos- Ciudadanos se ha quitado por fin la careta y ha ejercido de ‘partido del cambio’, tal y como promulgaba el eslogan de su campaña electoral. O de ‘partido del cambiazo’, mejor dicho. La formación naranja ha pasado de decir ser un partido de regeneración democrática –en el fondo nunca lo fue- a aceptar sin reprimendas un ejecutivo presidido por Mariano Rajoy, aquel que para ‘Naranjito’ parecía el mismísimo diablo, la encarnación del estancamiento económico y la corrupción en nuestro país. El “no, no y no”, aquel que seguía al “no apoyaremos un gobierno presidido por Mariano Rajoy” ha pasado al olvido para elaborar un pacto –con un ridículo acuerdo contra la corrupción- con el candidato del Partido Popular, olvidando con él no sólo ya la palabra que dio a sus votantes de cara a las elecciones del 20D y del 26J sino su acuerdo con el PSOE y todas las continuas críticas a la depravación política del partido de gobierno, consecuencia de su sistémica corrupción.
Sin despeinarse, Mariano Rajoy ha jugado sus cartas. Si no sale investido en esta primera sesión de investidura y no hay perspectivas de desbloqueo de la situación, las terceras elecciones podrían ser un 25 de diciembre, fun, fun, fun. El candidato y presidente en funciones tiene muy claro que ejerciendo de Papá Noel –con su blanca barba y la fraternal actitud que desde que no gobierna le caracteriza- puede traer grandes regalos para España: Naranjito en cada casa. Las expectativas creadas desde algunos sectores del Partido Popular –como Rafael Hernando- de que Partido Popular y Ciudadanos sellarán tarde o temprano su amor no son infundadas. La ciudadanía, cansada ya de la situación, observa con desconfianza la sucesión de movimientos políticos de las últimas semanas. Y como sabe perfectamente Ciudadanos y el Partido Popular, la conformación de un ejecutivo o una verdadera expectativa de hacerlo, se despacha mejor que nunca. El Partido Popular acude a la sesión de investidura de Mariano Rajoy sabiendo que las posibilidades de ser fallida son muy altas. Y no le importa.
La despreocupación del Partido Popular –y de Ciudadanos, para el que la política nacional parece un sarcástico pasatiempo- es lógica. Si España se encamina a una situación límite –sin presupuestos o con una alta probabilidad de nuevos y grandes recortes impuestos por la Troika- será vendido como consecuencia de no haber dejado gobernar antes a su candidato –pedirán la cabeza de Pedro Sánchez- y alabarán el acuerdo con Ciudadanos, ofreciendo de cara a unas hipotéticas elecciones navideñas un gran paquete sorpresa para los españoles. La estabilidad será la campaña tanto de Partido Popular y Ciudadanos, que venderán su acuerdo como única vía para el desbloqueo de la situación política. En el regalo de Navidad Papá Noel escribirá en rojo y gualda: “Por el bien y la unidad de España”. Mientras todo ello sucede, el PSOE continuará con sus vacaciones en Babia y en la izquierda seguiremos rasgándonos las vestiduras. Ojalá me equivoque.
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