El pasado 9 de septiembre, la Comisión Europea ha elevado al Parlamento y al Consejo europeos su Informe sobre prospectiva estratégica de 2021, bajo el título La capacidad y libertad de actuación de la UE.
En este documento se reflexiona sobre múltiples temas que construirán un camino estratégico para convertir Europa en el primer continente climáticamente neutro de aquí a 2050, efectuando dos grandes transiciones, ecológica y digital, que permitan moderar el cambio climático y aprovechar además las oportunidades de la era digital, construyendo una economía que funcione para las personas, a la vez que fomenta, protege y refuerza nuestras democracias, y con todo ello, reforzar la marca Europa en cuanto a liderazgo mundial democrático y responsable.
El documento desgrana las actuales tendencias mundiales, expresa las principales incertidumbres y sugiere cuáles son las mejores opciones para la Unión Europea, desde conceptos axiales como la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas, como verdaderas brújulas que deben guiar la acción de la UE en todos los ámbitos, con la vista puesta en primer lugar en el cambio climático y los múltiples desafíos medioambientales, en relación al acceso al agua, la seguridad alimentaria, etc.
Este cambio climático, que ya define el documento como completamente planetario, irreversible y sin precedentes, obliga a implementar con mucha intensidad todo un programa de medidas que, en conjunto, puedan cambiar la trayectoria actual en el intento de situar el planeta en un calentamiento inferior a 1’5 grados para 2050. Pero, de momento, está previsto superar los 1’5 grados en las dos próximas décadas, y se vaticina alcanzar 2 grados hacia 2050, si no se le pone coto a las actuales emisiones de efecto invernadero y modos de vida insostenibles.
Ese medio grado puede parecer poca cosa, pero situará a la humanidad ante fenómenos meteorológicos cada vez más extremos —sequías, incendios, inundaciones— con graves consecuencias en la seguridad alimentaria, la salud, el acceso al agua y una presión migratoria cada vez más alta, así como otras muchas consecuencias indeseables.
Por ello, el documento detalla 10 grandes líneas para robustecer el liderazgo europeo:
1. Garantizar unos sistemas de salud y alimentarios sostenibles y resilientes.
2. Asegurar una energía descarbonizada y asequible.
3. Reforzar la capacidad en materia de gestión de datos, inteligencia artificial y tecnologías de vanguardia.
4. Garantizar y diversificar el suministro de materias primas fundamentales.
5. Garantizar una posición pionera mundial en la fijación de normas.
6. Crear unos sistemas económicos y financieros resilientes y con visión de futuro.
7. Desarrollar y conservar capacidades y talentos que satisfagan las ambiciones de la UE.
8. Reforzar las capacidades de seguridad y defensa, y el acceso al espacio.
9. Trabajar con los socios internacionales para promover la paz, la seguridad y la prosperidad de todos.
10. Reforzar la resiliencia de las instituciones.
El documento plantea la creación de indicadores de resiliencia, como un enfoque más integrado para medir el bienestar más allá del PIB, desglosa fortalezas y debilidades actuales del UE y aporta mucha luz sobre los retos y oportunidades futuros, intentando servir de guía para la transformación social, en una senda de desarrollo más sostenible y resiliente.
En un orden mundial emergente que cada vez es más multipolar, la UE debe intentar mantener su liderazgo democrático, en esta doble transición ecológica y digital, para encontrar así los caminos de su futuro.