El próximo domingo 19 de junio puede ser un día especial para la izquierda europea, en lo positivo y quizás también en lo negativo. Ese día van a desarrollarse dos acontecimientos que pueden marcar su futuro inmediato; la segunda vuelta de las legislativas en Francia y aquí las elecciones en Andalucía.
Allí por primera vez en los últimos años la confrontación no va a ser entre derecha y extrema derecha, sino que es entre derecha e izquierda. La primera liderada por un Macron a la baja, la segunda por un Melenchón renacido, que ha sido capaz de unir a todos los sectores de esa izquierda hasta ahora a la greña.
Comunistas, ecologistas, verdes, euroescépticos, e incluso socialistas en vías de extinción han sido capaces dejando pelos en la gatera de centrarse en lo que les une y no tanto en lo que les separa. Así llegan a esa cita con la posibilidad real de ganar y conseguir de nuevo obligar a Macron a la temida, para él, cohabitación.
Ver así a un veterano de 70 años como Jean-Luc Melenchón como primer ministro de Francia, sería una situación histórica para esa izquierda ausente de buenas noticias. Si le acompañamos la llegada a la cúpula de Alemania de Olaf Scholz del SPD y las posibilidades que se les abre a los laboristas ingleses con la crisis terminal de Boris Johnson, supondría un nuevo panorama para una Europa necesitada de esa izquierda hasta ahora a la baja.
Algunos expertos aseguran que cuando Europa transita por su izquierda España lo hace por su derecha y viceversa. Ojalá no acierten en esta ocasión, aunque el resultado de las elecciones en Andalucía que se desarrollan ese mismo día, después del preámbulo de las de CyL y Madrid, abriría perspectivas en esa dirección.
Si con esas lecciones, las de Francia y las de aquí, nuestras izquierdas fueran capaces de sacar conclusiones y aplicarlas con urgencia, quizás aún estaríamos a tiempo de salvar las próximas generales de otoño 2023. Aún quedan 16 meses.
Si entienden que sólo con las buenas relaciones entre las izquierdas, incluidas las periféricas y si fuera posible con la unión de las de ámbito estatal, añadiendo grandes dosis de generosidad, imaginación y audacia, nos podríamos asir al nuevo tren que va a circular por Europa, aunque fuera a última hora y en el vagón de cola.
Para eso deberían caer del caballo gentes como Ione Belarra, Irene Montero con su gurú de cabecera Pablo Iglesias, más Pedro Sánchez, en este caso de su torre de marfil. Mirar hacia la sociedad, hacia sus anteriores votantes y dedicarse a trabajar para solucionar sus problemas reales, juntos codo con codo dejándose de zarandajas.
Tienen un inmenso trabajo por delante, pero de los resultados del 19-J allí y aquí deben sacar conclusiones eficaces e inteligentes. Nos jugamos mucho después.
Veremos………….