"Mi amigo Fede disfrutó con su preciado hallazgo de una apacible y merecida jubilación cuando en España se vivía una situación algo semejante a la socialdemocracia instalada en Europa tras la Segunda Guerra Mundial".
Fede Arruti es un ayudante de obras públicas ya jubilado que nació en Cádiz a mediados de los años cuarenta. Su padre fue uno de los trabajadores vascos acogidos por Echevarrieta y Larrinaga en los astilleros que mantuvieron en nuestra ciudad entre 1917 y 1952, los cuales afectados por la explosión de 1947 dieron lugar a la Empresa Nacional Astilleros de Cádiz. Quedan muchos descendientes de aquellos hombres obligados a abandonar Euskadi y que encontraron trabajo en este empresa vasca de construcciones navales. Fede cuenta que cuando las tropas italianas rompen el cinturón de hierro de Bilbao en 1937, el lendakari Aguirre pidió rendirse ante Mussolini, quien no aceptó la propuesta. Nos hicimos muy amigos hace tiempo por un hecho casual, él recordaba su niñez gaditana ligada al mundo de los tebeos, y muy especialmente a El Capitán Trueno, había comprado ediciones modernas pero quería conseguir los cuadernos originales que poblaron de fantasías su infancia. Recurrí a Raimundo, nuestro entrañable especialista en libros y papel viejo quien le proporcionó tan anhelado tesoro.
Este tebeo de aventuras medievales, una especie de "ciclo artúrico" a la española, sale de la Factoría Bruguera hacía 1956 y aún se edita. Todo un icono en el mundo ilusorio de los niños españoles entre los años cincuenta y sesenta, quienes aguardaban cada semana con ansiedad la salida del cuadernillo que llevaba al héroe de papel desde la Palestina de los cruzados al mundo de las sagas islandesas, o a la remota China de funcionarios castrados y crueles mandarines. Su creador resulta tan interesante como su personaje. Víctor Mora nació en Barcelona en 1931, su familia le lleva al exilio en Francia desde donde regresa para trabajar como escritor, poeta y novelista.
Pese a la enorme calidad literaria del conjunto de su producción pasará a la historia como el padre de El Capitán Trueno y otros héroes como el Jabato o el Cosaco Verde. Le sigue muy bien el dibujante Miguel Ambrosio que firmaba Ambrós y crea la imagen gráfica de Trueno y se luce en el dibujo de las chicas que le acompañan en las aventuras, sobre todo su novia Sigrid, una hermosa vikinga que envenena los sueños adolescentes. Pese a manejar valores tan tradicionales como el lema "Santiago y cierra España", Víctor Mora militaba en el Partit Sicialista Unificat de Catalunya, el conocido PSUC federado con el Partido Comunista y que lideró la resistencia a la dictadura en Barcelona, con una gran implantación en sectores intelectuales y profesionales, y al cual pertenecieron otros grandes escritores catalanes como Manuel Vázquez Montalbán.
Mi amigo Fede disfrutó con su preciado hallazgo de una apacible y merecida jubilación cuando en España se vivía una situación algo semejante a la socialdemocracia instalada en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Hasta que a partir de la crisis de 2008, el poder financiero fuerza un cambio de modelo económico, el cual ha golpeado muy duramente a los sectores más débiles de nuestra sociedad. Su pensión ha quedado embargada a causa de un crédito que avaló a su hija; hasta hace poco las pensiones del tipo que corresponde a Fede resultaban inembargables, pero una sentencia del Constitucional a instancias de los bancos las dejó desprotegidas.
De manera que ahora no le llega para mantener una vida digna y ya no habla ni de El Capitán Trueno ni de las batallitas que contaba su padre. Apostó con firmeza por el fin del bipartidismo posfranquista en las elecciones de diciembre de 2015 y junio de 2016; y como mucha gente aún está atenta a un cambio posible del poder político en nuestro país, sobre al cual ahora incide el proceso catalán que viene de muy antiguo. Piensa con ilusión en el pulso que algunos países pobres del sur de Europa, en especial Portugal y Grecia, plantean frente la Troika para mantener los derechos y servicios que la gente merece, pero de momento, como en los casinos, la banca siempre gana.
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