Siembra de pastizales silvestres

Cualquier nueva infraestructura ha de contemplar la restauración con especies autóctonas, aclimatadas y de exitoso arraigo

Ingeniero de Montes.

Zona llena de maleza en El Tejar.

Parece de noche y es de día. Las copas de los pinos se tocan unos con otros, no dejan pasar la luz solar, al igual que los hayedos, sin luz la fotosíntesis carece de sentido.

El monte mediterráneo es un collage de diferentes cubiertas vegetales, ante la falta evidente y necesaria de manejo pastoril extensivo complementado con sus trabajos forestales, se convierten algunas especies en invasoras, desplazando a las más débiles, anuales especialmente.

Los pastos silvestres aportan comida a muchas especies, desde insectos polinizadores hasta herbívoros, siendo la base de la pirámide, es el primer agarre del suelo superficial ante la erosión de la fuerza de la lluvia y del aire, dotan de colorido y de imagen única cada día, configurando un elemento esencial de nuestro paisaje.

Cualquier nueva infraestructura ha de contemplar la restauración con especies autóctonas, aclimatadas y de exitoso arraigo, además del correcto manejo posterior, olvidado al no ser considerado inversión. Parece que el futuro no se considera.

Cada vez más se ven proyectos dotando de siembra de pastizales para sustento de la fauna silvestre, ya existen empresas dedicadas a la recolecta de semillas silvestres y a su comercialización, sin embargo se siguen conociendo como "malas hierbas", y a su abundancia se conoce como "maleza". Cunetas, padrones, linderos y riberas de arroyos y ríos albergan pastos, en grandes dimensiones las praderas naturales aprovechadas a diente.

Falta de sensibilidad es lo único que se puede pensar, al pasear por un manto continuo de acículas de pinos, sin una sola herbácea ni ver fauna como antaño. Quien siembra recoge y si queremos vida, tenemos que restaurar pastizales silvestres y recuperar las antiguas charcas de agua y vida.