La vida de un autónomo al servicio público

Otro tipo de inversión pública merece explorar y el autónomo puede jugar un papel estratégico, pero sin financiar

Ingeniero de Montes.

Un trabajador autónomo en una fotografía de archivo.

“Haz el trabajo y después de su entrega, se tramita el pago”. Si se retrasa el cobro, será por un problema burocrático. Y de perfil multifuncional, siendo administrador, gerente, técnico, calidad, administrativo, secretario, financiero, jurídico, con intuición, estando permanentemente al corriente en pagos y con familia

Los fondos europeos en España, Portugal, Italia y Grecia igualmente funcionan, frente al resto de países. Primero haces y después reintegro, tras controles y auditorías. Agravio de poder progresar. 

Un autónomo puede, según facturación, llegar a pagar el mayor tipo impositivo existente, hasta el 50% de lo facturado. Si después los gastos no son elegibles, según el inspector de Hacienda con todo un estado tras él, pues bienvenido a los interminables mensajes de cortesía en fin de semana y a altas horas de la madrugada, para aportar todos los documentos contables, a pesar de haber pagado con transferencias bancarias y tarjetas.

Con hijos, financiando a administraciones públicas sin repercutir gastos financieros ni petición de intereses de demora, además de pagar un 50% de los encargos en impuestos, sinceramente creo que habría que discriminarlos más positivamente en la Ley de Contratos del Sector Público. 

Preferencia en adjudicaciones en igualdad de condiciones, anticipos económicos de apoyo a su trabajo, con lista de gastos imputables claros, jubilación teniendo en cuenta lo aportado durante la vida útil laboral, colaboración con la generación de autofacturas por parte del cliente, borradores trimestrales de gran ayuda y simplificación burocrática para no necesidad de aportar documentos en poder de la administración incluyendo bancarios, son bienvenidas sugerencias, pues el tiempo es lo único que no se recupera.

Facturar más es la única solución, con encargos de proyectos - por cierto muy económicos aportando soluciones reales practicables para la sociedad -, sin costes extraordinarios, claro ejemplo de economía circular local con sede fiscal aquí, que repercute en mejores servicios de calidad para disfrute de nuestra sociedad. Otro tipo de inversión pública merece explorar y el autónomo puede jugar un papel estratégico, pero sin financiar.