No voy a descubrir nada nuevo. Cuanto más tienes, mejor eres y más lejos llegas. No hay otra. Alguna vez se dan algunas excepciones, aparece David venciendo a Goliat, pero ya les digo que son las menos. Hoy en día en el deporte rey, en el fútbol, la expresión cuanto tienes, cuanto vale está a la orden del día. Se hablan de millones y millones de euros a la hora de comprar y vender jugadores, equipos, franquicias… Todo es dinero.
Siempre existieron las diferencias económicas, los clubes grandes y pequeños, los grandes traspasos y las gangas de mercado. Pero quizás en los tiempos que vivimos se hicieron más grandes aún. Hay diferentes ligas, ya sean nacionales o europeas entre los mismos equipos de una misma división. Metas inalcanzables para muchos que solo aspiran a dar la campanada un año sin que la machada, al siguiente año, les cueste algo más que un desembolso económico.
Los que somos de un equipo humilde, los que sabemos a lo que podemos aspirar cada temporada, deberíamos valorar muchísimo más las heroicidades que hacen cada día nuestros equipos compitiendo ante auténticos trasatlánticos del balompié. Muchas veces no nos damos cuenta de la diferencia que existe sobre un terreno de juego y exigimos que consigan las mismas victorias, los mismos trofeos, las mismas filigranas.
Y todo esto no va a cambiar. Unas veces serán los equipos de nuestra liga, otras, como ahora, son el resto de equipos europeos los que juegan con otro tipo de baraja. Mientras no existan límites salariales serios y cada club tenga el mismo dinero para poder hacer su plantilla, seguiremos viendo como se compite en desigualdad de condiciones. Pero como me decía mi padre, estas son las reglas del parchís, si no te gustan, elige otro juego.
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