Dedicado a Salustiano Gutiérrez.
Entre los guardias civiles que estuvieron especial protagonismo en los sucesos de enero de Casas Viejas, al menos a dos de ellos nos los encontramos directamente implicados en la represión que practicaron los golpistas de julio de 1936. Uno de ellos, Pedro Salvo Pérez, intervino en la aplicación de los bandos de guerra. Otro, Rafael Anarte Viera, comandando los piquetes que ejecutaban las sentencias a muerte de la Justicia del Terror.
Pedro Salvo era uno de los guardias del puesto de Casas Viejas. Natural de San Roque, tenía, en 1933, 32 años y estaba casado. Había llegado a la población en junio de 1928. Durante el sitio resultó levemente herido en la pierna izquierda. Tras la llegada de las primeras fuerzas se convirtió en su guía para buscar a los campesinos que habían disparado contra el cuartel. Participó en la detención de Quijada y le acompañó hasta el casarón de Seisdedos. Al amanecer del día 12 acompañó a la patrulla comandada por el guardia de asalto Fernández Artal a detener a los que después fueron masacrados.
Ascendido a cabo, entre 1933 y 1935 estuvo destinado en diversos puestos de la provincia de Sevilla hasta que en julio de 1935 fue enviado a Algeciras donde estuvo al menos hasta marzo de 1937. En 1939 regresó a Algeciras y ascendió a sargento. En 1944 era brigada y pasó al retiro en Algeciras en marzo de 1949. Falleció en abril de 1950.
Juan García Rodríguez era un médico linense muy apreciado en la población, entre cuyas clases populares, a las que no les cobraba las visitas, era conocido como “don Juanito”. Masón, perteneció a la logia Resurrección 3, afiliado al Partido Radical tras su escisión se incorporó a la Unión Republicana comandada por Diego Martínez Barrio. Los golpistas le detuvieron en agosto de 1936 y fue trasladado a la cárcel de San Roque acusado de pertenecer a la masonería y de realizar propaganda política. Durante seis meses permaneció detenido hasta que, finalmente, fue liberado en febrero de 1937. Se presentó en la Comandancia Militar de La Línea el 19 de ese mismo mes. Le faltó tiempo al comandante linense para escribir a Francisco María Borbón Torre, gobernador golpista del Campo de Gibraltar, indicándole su peligrosidad e inconveniencia de que estuviera en libertad. Dos días después Borbón Torre ordenó que García Rodríguez fuera de nuevo detenido y el 24, mediante oficio entregado en mano, que lo trasladaran a Algeciras.
Fue Pedro Salvo el guardia encargado, en compañía de otros dos y un conductor, de realizar el traslado desde el cuartel de infantería de La Línea, en donde estaba, al de Escopeteros en Algeciras. Nunca llegó. Según la documentación a las once de la noche el médico y sus custodios salieron con dirección a Algeciras. Cuando el coche estaba en la carretera general Cádiz-Málaga, en el término municipal de Los Barrios, en el kilómetro 113 el preso pidió parar para ir a hacer una necesidad. Así se hizo y Salvo le quitó las esposas. Entonces, según aseguraron los guardias, cuando estaba a unos treinta metros del coche, emprendió una veloz carrera por lo que se vieron obligadas a disparar. El fugitivo resultó muerto. Avisada la Guardia civil de Los Barrios, el forense certificó la defunción. El cadáver fue trasladado al depósito de la población. Allí, tras ser reconocido por el médico titular, se ordenó su sepultura.
Una asesinato más mediante la formula de aplicación de bando de guerra en esta ocasión mediante el método de la “ley de fugas”. Sin embargo algo tuvo que moverse en Sevilla o que, cuando llegó la noticia a la jefatura regional golpista, se quiso señalar que nadie podía salirse de las órdenes, el caso es que Queipo de Llano ordenó que se trasladara un miembro de la Auditoría a Algeciras a averiguar las circunstancias de lo ocurrido. Fue el abogado, reconvertido en juez de la justicia golpista, Manuel Rodríguez Sañudo quien se trasladó a Algeciras. Durante varios días realizó una detallada instrucción en la que incluyó toma de declaraciones de los participantes, de las autoridades de Los Barrios, ordenó la exhumación del cadáver, su autopsia e inscripción en el registro civil.
La causa fue finalmente sobreseída al no encontrar Rodríguez Sañudo pruebas que desvirtuaran la versión de Salvo y los demás guardias a pesar de que la autopsia había señalado dos disparos en la cabeza. Como la orden de Queipo para que pasaran por la Auditoría todas las detenciones y dejaran de aplicarse los bandos de guerra fue del 28 de febrero tampoco se consideró que hubiera falta alguna.
El sargento Rafael Anarte Viera era comandante del puesto de Alcalá de los Gazules aunque el 11 de enero estaba concentrado en la cabecera de línea, en Medina Sidonia. Con anterioridad había estado destinado en Casas Viejas. Así que hacia las doce de la mañana fue enviado a la población al mando de una docena de guardias. Entró en la población, por la carretera de Alcalá, a paso de carga y disparando. En consecuencia un vecino resultó muerto y otros dos heridos. Para entonces las calles estaban vacías ya que había llegado la noticia de que los que custodiaban la zanja de la carretera a Medina estaban detenidos. Tras restablecerse el control quedó encargado del puesto.
En julio de 1936 se encontraba en Cádiz, destinado en el puesto de la Segunda Aguada, y había ascendido a brigada. Llegaría hasta alférez. Vivía en el puesto que estaba en la calle Conde O’Reilly 5 en donde murió de un colapso cardíaco el 13 de enero de 1938. Tenía 45 años.
Hasta su fallecimiento comandó, al menos, siete piquetes de ejecución. Uno de ellos formados por cuatro personas. Entre los que cayeron ante sus balas estuvieron el directivo del astillero de la ciudad Gabino Egusquiza Abad, el cabo de la Guardia de Asalto Cesáreo López Corredera, el carabinero Heliodoro López Rodríguez, el estudiante de medicina Ángel Fernández Díaz de la Reguera y el maquinista de la CNT Modesto Obeso Serdio.
Para escribir estas líneas he utilizado:
—José Luis Gutiérrez Molina, La Justicia del Terror, Cádiz, Mayi, 2014; la Causa 383/37 instruida en la plaza de Sevilla con motivo de haber sido fusilado, sin formación de expediente, un médico de La Línea de la Concepción llamado don Juan García Rodríguez. Archivo Tribunal Territorial Militar Segundo de Sevilla, Legajo 64/938
—https://sites.google.com/site/donjuanitoelmedico/
—http://www.noticiasdelavilla.net/noticias/40/El%20Reportaje/554/la-ultima-luna-llena-
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