Se veía venir y, a pesar de ser la crónica de una muerte anunciada, nos hemos acostumbrado a vivir en un estado de somnolencia que ha permitido a Rajoy y su equipo atrincherarse en sus escaños y despacho más años de los que la lógica suponía… y cuidado, que aún no ha perdido esta batalla el ínclito presidente. En peores se ha visto.
Pero no me negarán que este goteo continuo de escándalos, corruptelas, desfalcos, cohechos y “untamientos” varios con los que nos hemos desayunado casi a diario, no son motivos más que suficientes para que la sociedad española diga un “basta” rotundo. En esta ocasión (oh, milagro de los milagros) es la clase política la que se dispone a dar el traumático paso de intentar darle boleto a Rajoy con herramientas democráticas. Porque lo son. Porque una moción de censura está para estas cosas. Si no se utiliza en una coyuntura como la que vivimos (con un partido político en el Gobierno, ya no acusado, sino sentenciado por corrupción)… ¿Cuándo se va a utilizar?
Luego a uno le entra la risa floja cuando, desde la bancada popular (y la de sus adláteres) se esgrime el fantasma del independentismo, e incluso el terrorismo (estrategia repugnante y nauseabunda por otra parte… así de desesperados están) como patrocinadores de esta moción en forma de apoyo parlamentario. Me recuerda a los famosos “que viene la derecha” que lanzaban en los mitines del partido socialista Felipe González o Alfonso Guerra.
¿Por qué deslegitimar una moción de censura que está contemplada en nuestra Carta Magna, esa que por cierto tanto defienden a ultranza precisamente los que luchan (o dicen luchar) contra los independentistas? ¿Es que nuestra Constitución es buena según nos convenga en cada momento? ¿A qué viene tanto cinismo?
Se pongan como se pongan, esto no hay democracia que lo aguante. Mantener en el poder a un partido condenado por financiarse de forma ilegal debe pasar factura… luego valoraremos si el candidato electo en esta moción es más o menos válido, o si debe exponerse a la convalidación última, que no es otra que unas elecciones anticipadas. No confundamos los debates. Ahora no toca eso. Ahora toca echar fuera toda mancha de corrupción o conducta delictiva que nos pone en entredicho ante nuestros socios europeos. Porque… ¿con qué cara vamos luego a criticar a Maduro y su “democracia” si perpetuamos en la poltrona a un partido que ha sido primero investigado, luego acusado, después juzgado y por último condenado por prácticas ilegales y corrupción?
Moción sí, por supuesto. Y que venga Pedro Sánchez, o Javier Solana, o Cánovas del Castillo resucitado… ¡quién sea! Pero por Dios bendito… que se largue ya de una vez esta banda de delincuentes de traje y corbata que han expoliado el país de levante a poniente.
Y que se aplique el mismo cuento en Andalucía si los expresidentes son condenados, faltaría más. Que el mal de muchos no sea un consuelo para los tontos, sino un legítimo motivo para echar a patadas a los que se pasaron de listos.