Les reconozco que me inquieta sobremanera no ya el que pese sobre esta ciudad, desde hace años, un plan de ajuste y financiación, que por otra parte, era de urgencia vital, visto el descontrol, el ”boquete en la mano” de este Ayuntamiento, sino el importe en cuanto al asiento contable referido a la deuda financiera, que sale a la luz pública mediante los distintos medios de comunicación.
Hablo de estos días, de esta misma semana. Duele, insisto, inquieta un titular demoledor. Jerez, el tercer ayuntamiento de más deuda con las entidades bancarias de toda España. Eso, macerado en la vasija con una ciudad de 210.000 habitantes, duele. La asignación es sencilla o simple y no por ello no ha de dejar de ser repetida por la poderosa atención que el dato aporta. Hablamos de un pódium en donde Madrid y Barcelona nos anteceden, siendo ellas motores económicos y centros de densidad demográfica elevada en este país llamado España.
Les admito que yo como mucho soy seguidor ocasional del desaparecido Milton Friedman y sus ilustrativas exposiciones. Que no soy un dichoso, un alumno aventajado ni domino las entrañas de una materia tan apasionante como la Economía. Soy el jerezano más común de los mortales, pero que intenta aplicar eso de lo que llaman “sentido común”, cosa que, sin arrogancia alguna, creo, se agradece hoy en día. Ni domino dicha ciencia, ni domino las “tripas” de este Ayuntamiento, pero ahí que suelto cuestiones, interrogantes, que desde la modestia, creo, bien merecen ser respondidas.
Soy claro. Con 775 millones de euros al cierre de 2019 en deuda pasiva, y con una refinanciación de su mayor parte, que según calculo, dejaremos de pagar en 2038, pongo las miras en las nuevas generaciones de jerezanos porque creo particularmente, que ellos van a recoger el testigo de una deuda que no han generado, pero que al igual que a los de mi generación les corresponde la actitud solidaria de soportarla. ¿Cómo lo haremos? Pues teniendo a la principal empresa de esta ciudad, llámese Ayuntamiento, con un motor a ralentí, y con poco margen de maniobra para acometer las profundas transformaciones que esta ciudad lleva tiempo demandando.
Miren ustedes, cierto es, y para no recaer en una demagogia que a nada conduce, sino sólo a enervar los ánimos de mis conciudadanos, que la única forma de financiación para arreglar el desaguisado, es recurrir a los planes de financiación que el Ministerio de Hacienda nos vuelca. Cierto, y es de alabar, que este Ayuntamiento siempre ha de velar por buscar las fórmulas crediticias posibles y pagar los menos intereses posibles. Cierto es que la deuda a proveedores se ha reducido, no de manera cuantiosa, pero va aminorando esa partida, a pesar de que el tiempo medio de pago se ha alargado y de qué manera… Corramos un tupido velo sobre este asunto…Al fin y al cabo, somos noticia, y entendemos que por desgracia o por suerte, los empresarios que tienen por cliente a nuestro insigne Ayuntamiento saben los pros y los contras de trabajar con la administración local a golpe precisamente, de titulares…
Cierto es que las operaciones pendientes de aplicar, lo que viene a ser, las “facturas guardadas en los cajones”, también han sufrido un recorte en la cantidad adeudada. Pero a lo que voy, todos sabemos que la deuda se puede “desplazar”. Y cuando digo desplazar, digo que no me fío de cuando la política, la mala política, mete sus zarpas en la economía, en la contabilidad, y los criterios de valoración y registro de las diferentes partidas contables y se hace “a gusto del consumidor”, midiendo los tiempos y buscando el titular apetecido…
Los jerezanos y, sobre todo, esas nuevas generaciones que, insisto, solidariamente, van a asumir esa deuda, reflejada en ver una ciudad cuasi paralizada, se merecen ver, en un portal de transparencia la deuda total. Necesitamos ver si avanzamos, nos enrocamos o vamos para atrás cual cangrejo. Ya otro día hablaremos del necesario Presupuesto municipal que se hace de rogar, porque no sólo se trata de acogerse al salvavidas que el Ministerio nos proporciona, sino de buscar el oportuno equilibrio entre gastos e ingresos, eso sí, siendo conscientes de la realidad que vive éste, nuestro Jerez.