A menos que hayamos actuado terriblemente mal o seamos excesivamente ambiciosos en nuestras peticiones, los Reyes Magos siempre nos traen lo que les pedimos. Este año, les pedí un carro para la compra, y me han regalado uno de color rojo con el que estoy muy contento.
Aunque no soy un experto en análisis de datos ni en la extracción de conclusiones, he leído la última encuesta sobre percepciones en materia de igualdad entre hombres y mujeres del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de noviembre del año pasado. Aunque la sociedad española, y sobre todo el movimiento feminista y el de hombres por la igualdad de género, son conscientes de muchas cuestiones, hay aspectos que considero importantes destacar.
Me centro en nosotros, los hombres, y en el papel que debemos asumir en la tarea de la igualdad, así como en qué medida lo estamos cumpliendo. Al revisar las respuestas, se observan ciertas tendencias en la población y, en consecuencia, también entre los hombres. En primer lugar, opinamos mayoritariamente que las desigualdades existentes entre hombres y mujeres son muy importantes. En general, consideramos que las mujeres tienen condiciones laborales inferiores a sus homólogos masculinos y que las conductas y actitudes machistas deben ser reprobadas. Además, situamos a los movimientos en defensa de los derechos LGTBIQI+ y feminista en tercer y cuarto lugar en el nivel de simpatía, solo superados por el pacifismo y los defensores de los derechos humanos. También valoramos mayoritariamente como muy positivo el ser feminista. En resumen, más de la mitad de la población masculina se declara, según las opiniones, partidaria de la igualdad, la diversidad sexual y el feminismo.
Sin embargo, a pesar de estas cifras alentadoras, persisten algunas contradicciones. ¿Por qué seguimos pensando que las mujeres están mejor preparadas para las tareas del hogar y los cuidados? Nos interesan muy poco los asuntos relacionados con la igualdad, llegando al punto de opinar que hablamos poco de ello con amistades, compañía de trabajo o familia. También existe la creencia de que expresar y compartir los sentimientos es más propio de las mujeres que de los hombres. Y esto sin entrar en el titular que más se repite tras la publicación de las primeras conclusiones de esta encuesta, que dice que el 44% de los hombres piensa que el feminismo ha llegado muy lejos con sus reivindicaciones, discriminando a los hombres. ¿Serán estos los famosos cuñados de entre cuarenta y cincuenta años de los que nos hablaba el presidente del gobierno? Por cierto, no sé con qué objetivo este dato se ha convertido en el titular más publicado, ¿con el de denunciar su gravedad o con el de seguir empoderando entre los hombres esa idea persecutoria relacionada con todo lo que tenga que ver con la igualdad?
Aunque nos declaramos partidarios de la igualdad, seguimos manteniendo creencias que, en lugar de favorecerla, la entorpecen, como el apoyo a un modelo hegemónico de hombre vinculado a valores machistas y patriarcales, o la creencia en la idea discriminatoria de que mujeres y hombres estamos biológicamente predispuestos para el desarrollo de distintas funciones y tareas. Todo esto, además de no contribuir a la igualdad que decimos defender, se refleja en los datos de la encuesta respecto al tiempo que dedicamos a la atención, educación y cuidados de hijos, hijas y familiares, así como a las actividades relacionadas con la responsabilidad en el hogar.
A pesar de estos obstáculos, creo que los datos de esta encuesta también reflejan aspectos positivos, como el cambio de mentalidad que el feminismo está provocando en los hombres. Hemos llegado a ser mayoría quienes pensamos que la igualdad es buena y necesaria, que aún existen muchas desigualdades por vencer y que el feminismo y la diversidad son valores positivos que debemos fomentar.
En resumen, a pesar de los avances logrados, aún nos queda un largo camino por recorrer. Es momento de pasar de las ideas a la acción, abandonar la anticuada y sexista noción que sugiere nuestra presunta discriminación, asumir responsabilidades, cuidar, ponerse el delantal y organizar las comidas familiares de la semana. Dejemos las preocupaciones por el seguro y los documentos del coche para más adelante; ahora, tomemos el carro de la compra, elevemos la cabeza con orgullo y salgamos a la calle a realizar las compras.