Homosexuales en cofradías y hermandades: ¿Igualdad para cuándo?

francisco romero 4

Director de lavozdelsur.es. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo como director. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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En menudo jardín se metió la delegada Carmen Collado al hacer unas declaraciones con respecto a la situación de la mujer dentro de las hermandades jerezanas.

En menudo jardín se metió la delegada –esperen que busque a ver cómo se llama ahora esa concejalía, Igualdad, Acción Social y Medio Rural del Ayuntamiento de Jerez en el instante en el que escribo esto– Carmen Collado al hacer unas declaraciones con respecto a la situación de la mujer dentro de las hermandades jerezanas. Ha tenido una respuesta rápida por parte de las hermandades, cómo cabía esperar. Para otras cosas, dígase situación de los refugiados sirios y el mandato de Francisco, son mucho más lentas.

Yo creo que la delegada se ha confundido al valorar el papel de la mujer en las hermandades. Como bien se ha dicho por sus portavoces, la mujer en las cofradías jerezanas está plenamente integrada en cualquier puesto que se quiera. Bien es verdad que la presencia no es mayoritaria entre los hermanos mayores, pero ya es cuestión de las mismas mujeres, si quieren acceder o no. No hay nada que se lo impida.

También la imagen que se da al exterior puede que no vaya en consonancia con la realidad. En algunos besamanos del pasado fin de semana vi cómo el varón cofrade estaba de pie, vestido de chaqueta, dando vueltas por el templo y las mujeres, sentadas en una mesa donde vendían todo tipo de estampitas, llaveros y demás quincalla de tema cofrade. Una típica estampa que puede dar lugar a equívocos.

Porque partamos de una base: la mujer en la Iglesia Católica es un cero a la izquierda desde el mismo momento en el que se les impide acceder a determinadas funciones por el mero hecho de ser mujer. Y me refiero principalmente a la del sacerdocio. No me vale esa excusa de que Jesús eligió a los apóstoles varones. ¿Qué iba a hacer en la Jerusalén de hace 2.000 años? También se apareció primero a una mujer cuando resucitó y los sabios – varones, claro– de la Iglesia, nunca le hicieron caso a esto.

Sin embargo, sí hay un colectivo que no mencionó la delegada dentro del mundo de las hermandades que merecería un reconocimiento por parte de éstas. Me refiero al colectivo gay cofrade. Me decía un amigo mío, ya mayor, gay, en el armario aunque todo el mundo lo sabe, con pareja, aunque de cara a la gente es su amigo, perteneciente a una de las organizaciones de la Iglesia: ¡Qué sería de nuestra Semana Santa sin los mariquitas! Yo le decía que no lo sabía, porque no existía un censo de mariquitas en la semana cofrade. Sí es verdad que todo el mundo tiene en mente el estereotipo del mariquita que muy bien se cuenta en la película Madre Amadísima.

Hay muchow más homosexuales dentro de la Semana Santa que no entran dentro del estereotipo plumoso de mariquita. Y con esto para nada desprecio ni señalo a nadie por vivir su sexualidad como le dé la gana. Al revés, soy defensor de la pluma y de lo que sea si es la voluntad de la persona, Dios me libre. Pero ya es hora que las hermandades reconozcan de una vez por todas a estas personas que aún siendo insultadas, vilipendiadas, discriminadas, apartadas, y demás adjetivos que caben dentro de la palabra homofobia, han tomado la decisión de no abandonar su fe. Han decidido que aunque su Iglesia les desprecie y no les quiera, ellos siguen creyendo en Jesús y la Virgen a través de los titulares de las hermandades. Yo creo que son un ejemplo callado, porque nadie se entera de lo que hacen, de lo que es ser cofrade, frente al cofrade escandaloso que sólo sabe figurar y ser el primero en todo. Por favor, ¡justicia de una vez para el mundo homosexual cofrade!

El lector o lectora habrá notado que –intencionadamente– no he nombrado a lesbianas ni transexuales. Las primeras son tan invisibles que nadie se ha parado a pensar que existen en las hermandades. Es el colmo del desprecio. No llegar a saber que están ahí. Y en cuanto a las personas transexuales, el sufrimiento se eleva a N. Porque por no poder disimular cómo son nunca han sido bien recibidas dentro de una hermandad. Así que, queridas hermandades, querida Iglesia… ¡Cuánto nos queda por hacer en el camino de la igualdad entre las personas! ¿Verdad?

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