Desgraciadamente en la política española se ha instalado el griterío, la mentira, la demagogia y la crispación y buena parte de los medios de comunicación hacen de altavoces de bulos, palabrería barata, montajes y relatos falsos. Siempre hay excepciones, pero basta seguir los debates en el Congreso para observar el ínfimo nivel y hasta la mala educación en las formas.
El último ejemplo lo vemos en las respuestas airadas ante unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, al diario The Guardian sobre el modelo de producción ganadera. Pero si el ambiente no está habitualmente para finezas menos aún con unas elecciones en puertas, las de Castilla y León. Se ha convertido en habitual este estilo hiperbólico, demagógico y vacío de ideas antes que una campaña electoral sosegada, llena de argumentos y programas.
En esta perversa dinámica aconsejo adoptar el distanciamiento como forma de aproximación al debate. Aplicar en cierto modo la teoría que Bertolt Brecht imprimió a su teatro pretendiendo evitar que el espectador cayera en la identificación con los personajes a través de procesos emocionales. Sólo adoptando esta posición de extrañamiento lograremos evitar esa manipulación emocional tan poco adecuada para poder conformar opiniones fundamentadas. Adoptemos pues esta actitud respecto al debate sobre las macrogranjas.
Lo primero sería conocer lo que realmente dijo Garzón y no lo que otros dicen que dijo. En realidad el ministro no dice nada nuevo. Distingue entre ganadería extensiva e industrial y opina que la primera es ecológicamente más sostenible y produce carne de mejor calidad mientras la segunda genera maltrato animal y contamina más. Todos vimos el reportaje televisivo de Jordi Évole sobre las macrogranjas, pero también podemos documentarnos por infinidad de medios a nuestro alcance. No obstante son opiniones, siempre rebatibles, pero con argumentos y datos, no con insultos o mentiras.
En segundo lugar cabría valorar las críticas que se hacen a Garzón y su fundamentación. Según sus detractores lo que ha hecho es denostar a la ganadería española. Pero si leemos sus declaraciones lo que ha hecho el ministro es distinguir entre dos tipos de ganadería y elogiar a una de ellas, la extensiva.
Indudablemente esta ganadería es más sostenible (en muchos casos es de producción ecológica) porque se basa en pastos naturales, contribuye a preservar las razas autóctonas, limpia el monte y lo protege de incendios y produce carne más saludable, con menos grasas. La ganadería industrial aporta mejores precios, pues reduce los costes por unidad. A cambio mantiene a los animales hacinados, sin movimiento, acumulando grasas y atiborrados de antibióticos para evitar infecciones.
La contaminación que produce es muchísimo mayor, en forma de toneladas de purines, de metano, amoniaco y nitrógeno, y de olores. Además consume muchísima agua. Perjudica a la agricultura, a los acuíferos y a las instalaciones de turismo rural de la zona. Al ser más productiva y competitiva en precios arruina a las explotaciones de ganadería extensiva, que proporcionalmente generan más empleo y contribuyen mejor a fijar la población de la España Vaciada.
Esto son argumentos que se basan en estudios de personas y entidades solventes. Por supuesto pueden ser refutados. Hágase, apórtense otros datos y contrástense. Pero no se utilice la brocha gorda, la descalificación demagógica o se hable de ataques al sector ganadero en general.
Personalmente prefiero una ración de cordero segureño o carne de cerdo ibérico criado en las sierras o dehesas de España que otra producida en macrogranja. O un tomate de la vega a uno de invernadero. Normalmente son más caros pero no tienen comparación. ¿Esto me convierte en enemigo de los ganaderos y agricultores en general? Creo que no.
Las declaraciones de Garzón van en línea con la estrategia contenida en el Pacto Verde Europeo. Compruébese.
En tercer lugar podemos analizar quiénes profieren esas críticas al ministro. Evidentemente del lobby de las macrogranjas. Crecen en cuota de mercado, obtienen beneficios y defienden sus intereses. Pero los mayores ataques provienen de la política. Las derechas se han tirado a la yugular del ministro. Lo paradójico es que quienes se arrogan la defensa del sector ganadero y especialmente del tradicional en realidad están defendiendo a su peor enemigo, las macrogranjas. Curiosamente PP y VOX han votado en contra de la nueva Ley de Cadena Alimentaria que prohíbe la venta a pérdidas, la que imponen las grandes comercializadoras y que arruinan al campo y a la ganadería tradicionales.
Inexplicable parece la suma de algunos barones del PSOE a esta propagación de bulos contra Garzón. El presidente de Aragón, Javier Lambán, el de Castilla-La Mancha, García Page o el de Asturias, Adrián Barbón, lo han hecho de forma entusiasta. También la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez.
Pero este juego muestra algunas paradojas. El PSOE pidió hace un año a la Comisión Europea que investigara a las macrogranjas españolas de porcino por ser contrarias a la legislación comunitaria. En Castilla-La Mancha, el propio presidente García Page anunció y aprobó el mes pasado una moratoria de dos años a la instalación o ampliación de macrogranjas. La alcaldesa (PSOE) de Balsa de Ves (Albacete) denunciaba en 2017 el daño ocasionado en su municipio por una macrogranja.
El propio ministerio de Agricultura está tramitando un Decreto que incluye importantes limitaciones de tamaño a las explotaciones ganaderas. Una medida que apoya la organización agraria UPA, que defiende “explotaciones pequeñas y medianas”.
En diciembre de 2020 el PP de Cieza celebraba la modificación del PGOU para impedir la instalación de macrogranjas. En julio pasado la alcaldesa popular de Yecla apoyaba la manifestación contra una macrogranja que El Pozo pretende instalar cerca del municipio. La Asamblea Regional de Murcia aprobó unánimemente una declaración institucional contra esa macrogranja. En Tobarra (Albacete) una moción aprobada por unanimidad (PP y VOX incluidos) rechazaba la instalación de una macrogranja.
En 2019 la Diputación de Salamanca aprobó unánimemente la aplicación de restricciones a este tipo de instalaciones. En 2018 el ayuntamiento de Almansa aprueba por unanimidad una moción contra la instalación de macrogranjas. Su alcalde era Francisco Núñez, actual diputado y presidente del PP de CLM, quien ahora arremete duramente contra Garzón.
Son muchos los ganaderos, entidades, asociaciones y alcaldes de la España Vaciada que rechazan en sus territorios la instalación del modelo de macrogranjas.
En fin, un debate necesario al que el humo y los gritos solo aportan confusión.