Si algo tienen los sevillanos es que aprecian lo suyo. No por mero capricho, ni por creerse más o menos que nadie, sino por el empeño de poner en valor lo que para ellos tiene tradición, solera, arte, historia, prestigio o sentimiento.
Sevilla se encuentra hoy entre las 35 ciudades europeas más saturadas de turistas. La capital andaluza atrae a dos millones de viajeros y tiene 695.000 residentes, lo que resulta en una relación de turistas por habitante de 2,90.
La sensación de masificación de la ciudad no es nada nuevo. Es un tema recurrente y a la orden del día desde hace ya varios años. Sevilla está masificada. El panorama y la imagen diaria del casco antiguo de Sevilla ha cambiado mucho en la última década, y ahora, en fechas como la Semana Santa, se hace más evidente.
Todo lo que iba destinado al sevillano, ahora lo es al turista. En parte es positivo. En lo económico, se revitaliza el comercio. Que, por otra parte, en algunos casos, está haciendo perder ese comercio local típico por excelencia destinado al sevillano, por unos comercios más enfocados a los turistas.
Para más inri, el comercio local destinado al sevillano que aún hoy resiste, también se va enquistando; como hemos visto en la ya famosa foto que ha sido publicada estos días, en un céntrico y conocido bar de Sevilla, en el que la terraza era ocupada en su totalidad por personas de calcetines y sandalias.
Por supuesto no hay que crear ni mucho menos una turismofobia. Debe seguir imperando esa buena acogida al turista, que siempre ha caracterizado a Sevilla y a los sevillanos de la mejor manera. Los sevillanos son unos auténticos especialistas en acoger el turismo de forma impecable.
Dar una vuelta por el centro de Sevilla y ver cómo hay más pisos turísticos que gente local que viva en este es otra evidencia de que se está perdiendo esa esencia. Se espera que no sigan aumentando de forma incontrolada el número de candados automáticos en las cancelas del casco antiguo. No es normal este aumento incontrolado, que la ciudad casi no puede absorber ya, y que puede hacer perder en parte esa esencia que tanto gusta a los sevillanos.
Al menos hemos podido conocer que desde el Ayuntamiento son conscientes de este asunto, y tienen la intención de atajarlo. En palabras de la propia delegada de Turismo del Ayuntamiento de Sevilla: "Empezamos a tener ya un problema de saturación, de carga y tenemos que ampliar la oferta turística, diversificarla y, sobre todo, descentralizarla, sacar el turismo del centro, de este triángulo que tenemos, que es Patrimonio de la Humanidad, con el Alcázar, la Catedral y el Archivo de Indias, seguro que los turistas no van a dejar de visitarlos, por supuesto, no tenemos esa intención, pero sí es verdad que debemos seguir ampliando esa oferta".
Para terminar, añadiendo lo que pretende ser el plan de actuación municipal para dar una solución: "Vamos a lanzar una nueva ruta que desviará el turismo hacia barrios como Nervión, hacia la Macarena también, y hacia todo lo que se creó con la Exposición Universal del 29, toda la Avenida de la Palmera, etc. Sacaremos un poquito este turismo del centro". Veremos cómo evoluciona el asunto.
Mientras tanto, comienza a dar la sensación de que se está perdiendo esa idiosincrasia tan particular de Sevilla que la hace tan especial.
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