Indultos: confrontación o convivencia

Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE

Arrimadas, en un acto de campaña de Ciudadanos en Catalunya.

El pasado 15 de Mayo participé en el emblemático Palacio de Miramar de Donostia en un encuentro organizado por el Foro Social, que intentaba ser un punto y seguido en una ambiciosa experiencia que pusimos en movimiento hace tiempo y que titulamos Acuerdo Social por la Convivencia Democrática.

Este título contiene tres palabras de alto contenido ideológico; Acuerdo, Convivencia y Democrática que resumen de alguna manera el trabajo que llevamos realizando en ese Foro Social desde hace más de 10 años.

Ahora observando la realidad actual de Catalunya, reflexiono sobre la necesidad de un trabajo parecido allí, porque su situación se asemeja de alguna manera a la que vivíamos aquí en nuestro inicio.

Es cierto que no han sufrido la crueldad de un grupo armado como ETA, pero las consecuencias sociales que viven, especialmente después del frustrado intento de DUI de hace casi cuatro años, han creado una situación de quiebra social muy parecido al que vivimos nosotros.

Por eso este proceso de crear condiciones para mejorar una convivencia democrática, que ya iba recuperándose tras la desaparición definitiva de ETA, les debería servir a ellos. Les llevamos 10 años de delantera y deberían beber de nuestras fuentes.

A lo que habría que añadir una “idea fuerza” que ya practicaron nuestros políticos de la I Transición, que los temas de Estado necesitan para poder resolverse comportamientos de estadistas, que antepongan la estrategia a la pura táctica, el bien común al beneficio partidista electoralista.

En el tema de Catalunya necesitaríamos en estos instantes gentes en la derecha como Suárez o Fraga y en la izquierda como Carrillo o Tierno. En el mundo independentista se necesitarían también Arzalluz o Pujol (el de entonces claro).

Volviendo la vista atrás hoy sería impensable por ejemplo que un Casado legalizara al Partido Comunista y también poder reeditar el acuerdo Constitucional, o los Pactos de la Moncloa. Tampoco poner en práctica ideas como reconciliación.

¿Realmente es tan difícil? ¿Resulta hoy imposible? ¿Por qué no verlo con un cierto optimismo creyendo que aún podría serlo?

La derecha de hoy debe entender que algún día deberemos “coger el toro por los cuernos” del problema catalán. Que de alguna manera hay que salir de este atolladero y desde luego eso no se conseguirá con represión, con más dirigentes en la cárcel, o medidas extraordinarias para restringir su autonomía.

Existe una responsabilidad colectiva que obliga a nuestra clase política a agudizar su ingenio, a fortalecer su capacidad de generosidad y de audacia, para buscar nuevas soluciones a viejos problemas.

Catalunya necesita como agua de Mayo de un gran Acuerdo Social y Político por y para la Convivencia Democrática, en el que estén implicados las derechas y las izquierdas, los constitucionalistas y los independentistas.

¿Puede ser el primer paso la decisión del Gobierno, de aplicar unos indultos para los dirigentes que llevaron a cabo el lamentable intento de independencia unilateral? Aunque siguiendo las indicaciones del TS deban ser parciales, o sea rebajando unas penas a todas luces excesivas.

Por cierto teniendo en cuenta que todos los gobiernos anteriores, todos, lo han hecho. Por citar algunos, Barrionuevo, Vera, golpistas del 23-F como el general Armada, los implicados en la catástrofe del YAK-42, incluso el TS recomendó indultar a Tejero, o casos tan controvertidos como el kamikaze de la AP-7.

¿Cometieron los condenados catalanes aquel mes de septiembre de 2017 irregularidades e ilegalidades? Es indudable que sí. ¿Esos actos fueron sedición y debían tener como consecuencia sentencias tan duras? Creo que ahí está el quid de la cuestión, que el ordenamiento jurídico de este país no había previsto estas situaciones y por eso se aplicaron penas excesivas, para algunos, manifiestamente desproporcionadas.

En esto los políticos de la Transición, de derechas o de izquierdas, habrían estado de acuerdo y estos indultos no habrán tenido discusión ninguna.

Pero no parece que esto vaya a pasar en esta ocasión. Casado, Abascal y Arrimadas han visto que pueden hacer sangre en este tema y debilitar al Presidente Pedro Sánchez y ni siquiera se van a plantear y mucho menos leer estas reflexiones. Ellos están a lo que están.

Tampoco en la otra parte parece existir mucho interés en convencerles. Así nos va, así nos va a ir. Mal!

El mundo independentista catalán también va a lo suyo y no se vislumbra ningún Pujol de 1977, ni siquiera un Urkullu de ahora.

En estas condiciones lo tenemos difícil, pero habrá que seguir haciendo esfuerzos.

Quizás si les enviamos a todas las partes en conflicto, Sánchez, Casado, Arrimadas, Aragonés, Junqueras, Artadi una copia de lo aprobado ese 15 de Mayo en el Palacio de Miramar les podría servir. Siempre que lo lean con apertura de miras y se dejasen de mirar el ombligo.

Ahí encontrarán recetas mágicas a través de ingredientes como voluntad de diálogo, imaginación creativa, respeto a la diversidad y pluralidad, participación, expresarse libremente, consistencia del relato, disponibilidad al cambio, generosidad, consenso, síntesis, educar a la juventud en estos valores, etc. etc.

Y desde luego no estorbar a la hora de intentar resolver el conflicto.

Con esta receta después de los indultos se debe afrontar con seriedad la posibilidad de un acuerdo fiscal, y por qué no, resolver el gran reto de poder realizar en un futuro, de manera consensuada Estado-Catalunya, una consulta sobre la autodeterminación al estilo de Escocia.

La derecha debería tener en cuenta que la mayoría de la ciudadanía catalana está en contra de la independencia y ese referéndum aprobaría su continuidad en España, pero también que muy mayoritariamente, casi un 80%, se manifiesta a favor de la consulta. Eso también es estrategia de estadistas.

Vienen tiempos difíciles pero son para los políticos valientes que sepan estar a la altura de las circunstancias, tengan altura de miras y pasen a la historia por haberlo hecho.

¿El futuro pasa por una España como Nación de Naciones? ¿Una Casa Común en la que todos tengamos nuestro piso en el que nos sintamos cómodos, aunque tengamos que renunciar a ideales (lo que se denomina dejar pelos en la gatera? Quizás.

Veremos...